“Asegúrate de que la seguridad alrededor de este lugar sea estricta y que cualquiera que entre en esta sala, incluyendo los doctores, debe estar bajo la vigilancia de uno de tus hombres”, dice antes de mirarme.

Él quiere decir algo, pero cambia de opinión antes de caminar hacia la puerta e irse.

La puerta se cierra detrás de él con un chasquido y yo miro a papá.

"Él no está equivocado".

“Lo sé, pero no planeo mantenerte aquí. Todos, incluyendo mis hombres, pensarán que estás aquí, pero no es seguro. Quiero ver si alguien intenta algo”, dice papá, sus ojos brillan peligrosamente. "Se han metido con el Alfa equivocado".

Abro la boca, deseando que al menos se lo hubiera dicho a Sebastián, pero no digo nada.

"Ya veo", respondo en voz baja.

"Todavía sientes algo por él", declara papá, haciéndome mirarlo.

No es una pregunta.

Su rostro es ilegible y yo miro hacia abajo.

“Sería mentira decir que no, pero él me ha hecho daño y eso no es algo que pueda olvidar”, murmuro.

“Es un error,