El médico esbozó una sonrisa cuando los Indios empezaron a interrogarlo.

“No entren en pánico. Tengo mi identificación aquí mismo”.

“Por favor, echen un vistazo”.

El médico sacó una computadora portátil y se la entregó a los Indios”.

Los Indios soltaron suspiros de alivio al ver las acciones del médico. Estaban plenamente convencidos de que el médico era legítimo.

Pero en el momento en que los Indios bajaron la guardia, el médico agitó sus manos y dejó caer todas las latas y botellas del carrito.

Un olor acre se extendió lentamente después de que se oyera una pequeña explosión.

Los cuantos Indios que iban delante no tuvieron tiempo de reaccionar ante la situación. En cuanto inhalaron el gas, cayeron inmediatamente al suelo mientras espuma blanca salía de sus bocas.

El resto de los Indios cambiaron de expresión antes de sacar sus armas de fuego.

“¡No te muevas!”.

“¡¿Quién demonios eres?!”.

El doctor mantuvo la cara seria mientras escuchaba la amenaza. Agitó sus manos antes de