Una repartidora que parecía tener unos veinte años se acercó. Su ropa parecía muy sencilla. Obviamente era una novata.

Según la información proporcionada, fue elegida al azar entre la multitud de turistas para ser la repartidora. Solo la entrenaron durante unos quince minutos y solo le dieron información básica y cosas importantes que debe tener en cuenta.

Lo interesante es que le ofrecieron ciento cincuenta mil dólares por ser la repartidora.

Aunque la afortunada turista estaba aterrorizada, se las arregló para hacer bien su trabajo. Sacó diez barajas nuevas para que Harvey York y Jason Leo eligieran una cada uno.

Ambos no perdieron el tiempo y lo hicieron.

La repartidora separó las cartas y les quitó los comodines antes de barajarlas. Luego, a Harvey y Jason se les permitió cortar el mazo.

Sus acciones estaban muy oxidadas. De vez en cuando revelaba accidentalmente una o dos cartas al barajar el mazo. Nadie fue a detenerla, ya que su inexperiencia demostraba que no haría trampa