Ante las palabras de Iris, Mirabella agachó la cabeza.

―Entiendo ―susurró la joven ―La verdad es que yo nunca he dejado el territorio después de los diecisiete, Paolo me mantenía encerrada en mi habitación, incluso, cuando los alfas iban de visita, me encerraba en el calabozo ―dijo bajando la voz cada vez más ―Yo, era… Soy una vergüenza para mis padres así que, obviamente, no se me permitía estar en el mismo lugar que otros alfas ―

―Ya no pienses en eso Bella ―le dijo Anna ―No te tortures más con el recuerdo, desde hoy, tienes un brillante futuro ante ti ―

― ¿Lo tengo? ―preguntó la joven dirigiendo su mirada hacia ella

― ¡Claro! ―exclamó Anna alegremente apretando su mano―Tienes a un hermano que se preocupa por ti, tienes amigos, sin mencionar que, ahora, tienes a un compañero que te amará y cuidará de ti ―

―Y por supuesto, nos tiene a nosotros ―dijo Iris colocando su mano sobre la de las chicas ―Nosotros no permitiremos que nadie ni nada vuelva hacerle daño ―

Dándose cuenta de que An