Él se quedó conmocionado por un momento, antes de tomar el control y besarme con ternura y al mismo tiempo con posesividad, era mezcla extraña, pero adictiva.

Nuestros besos fueron llenándose de intensidad y sentí las manos de Damián recorrer mi cuerpo, bajó su boca hacia mi cuello, esparciendo besos que me llenaban de excitación y ansias de él.

No solo a mí, Eva estaba gritando ser reclamada, por lo que me dejé llevar, sentí a Damián alzarme sin dejar de besarme y envolví mis piernas alrededor de su cintura.

— Mi Luna, te amo. — Espetó él sin dejar de tocar mi cuerpo y cada vez la ropa nos estorbaba más y nos fuimos deshaciendo de esta.

Yo no dije nada, solo continúe perdida en sus deliciosos besos, sintiendo como mi corazón se emocionaba más con sus palabras y aunque me sentía un poco culpable al hacer esto en esta situación, mi cuerpo tenía el control y anhelaba el de Damián.

Yo seguía con mis piernas alrededor de su cintura, sintiendo su dureza en mi zona, sabía que aunque est