-¿Podemos vernos? - Gerardo buscaba estar cerca de Andrea, pero no sabía realmente cómo acercarse a ella. Solo esta frase en el whats app. Una frase que no había sido vista por Andrea.
Pero la tensión desde Gerardo hacia Andrea ya había sido sembrada. Él tenía miedo de perderla, pero no quería ser parte de un escenario ya complejo.
Las manos de A
Gerardo y Andrea se miraban fijamente en el estudio de Don Eduardo. La propuesta de Gerardo era libre, y sólo era permiso para acompañar a Andrea en el proceso que estaba por enfrentar con Javier. Las afirmaciones de Andrea respecto a la actitud insegura de Gerardo también tenían peso en el ambiente. - Tienes que ganarte la confianza que quieres compartir conmigo – Le dijo Andrea amable, pero firmemente.- No merezco otra cosa
Gerardo deseaba retractarse. Sabía que esto iba en contra de los acuerdos que acababa de tener con Andrea, pero necesitaba marcar el territorio, necesitaba hacerle saber a Javier que ni Andrea ni Azucena estaban solas. Así que tras haber lanzado esas palabras, esperaba que Andrea lo respaldara ante Javier, pero no podía decirle nada.Javier se veía desilusionado. No sólo no lo quería nadie en la familia de Andrea, sino que ahora tenía otro obstáculo: era notorio el amor que Gerardo le profesaba a Andrea, y eso
El fin de semana siempre era de pasar la mañana con Azucena, juntas en la cama, viendo una película infantil. La pequeña se acurrucaba en su mamá, y frecuentemente volvía a dormirse en el abrazo tibio de Andrea, mientras la película corría. Un espacio sólo de ellas. Un momento especial en el que ambas se sabían amadas, una por la otra, y que defendían a capa y espada. No importaba quién intentara entrar en él, o si había algún otro plan, otra propuesta de alguien. Esa
El juzgado familiar de la Ciudad de México no es un lugar agradable. La fila para entrar es larga porque a cada persona le revisan el bolso, la mochila o el portafolios con rayos x, y luego hay que formarse para acceder al elevador.El día de la audiencia, Andrea estaba muy ansiosa. No sabía lo que ocurriría y no sabía a qué se enfrentaría. La llegada al juzgado fue sencilla, pero la cantidad de gente dentro del inmueble era impresionante. Esto hizo que ella tuviera que esperar más tiempo después de la
Andrea estaba manejando muchas emociones diferentes en un solo día. Javier había jurado, mientras se lo llevaban del juzgado, que no se iría de su vida, y que pelearía hasta las últimas consecuencias el estar nuevamente en familia con ella y Azucena. Pero ahora también estaba recordando todos los momentos llenos de amor que había compartido con Gerardo. Y el hecho de saberse embarazada como resultado de esa relación, le daba emoción e incertidumbre. Sus anhelos apuntaban a hablar de una nueva vida en f
Mientras Gerardo estaba en la sala de espera, Alexis salió del elevador con Andrea en silla de ruedas. La habían dado de alta, con recomendaciones para el manejo del estrés.- Te agradezco mucho que hayas estado aquí todo el tiempo para cuidar de mi hermana – Alexis también estimaba a Gerardo. Tenía claro que el hombre amaba a su hermana profundamente.
La vida en la oficina seguía su ritmo normal. Gerardo intentaba seguir con todo el trabajo de manera eficiente y respetuosa, y no presionó a Andrea con nada. Sin embargo, en su interior no paraba de brillar la estrella de la paternidad, de la familia, del amor profundo que sentía por la mujer que había amado más que a nada.Y Humberto, su compañero más cercano, notaba la mirada de Gerardo.
Gerardo se sentó solo en el comedor de su casa. Para él era muy importante comer adecuadamente, y pocas veces compraba comida preparada. Se sirvió vino para acompañar su cena, y puso un poco de jazz para acompañarse. A medida que avanzaba en su comida, sus sentidos se iban dibujando el recuerdo de Andrea, de su piel suave y desnuda, el tono y aroma de la piel, su mirada hacia él en cada beso, en cada caricia. Recordaba cómo se sentía estar en ella, mirarla disfrutarlo, escuchar su grito de placer cuando llegaban al final, y luego, con frecuencia, sus lágrimas, que no parecían ser de tristeza ni de dolor, sino de