El tono de Jaime reflejaba una absurda confianza, convencido de que María quería quedarse por voluntad propia y que su marcha se debía únicamente a la intromisión de Sofía. Pero Sofía no pensaba lo mismo.—María, ¿aún después de todo quieres quedarte con él? —preguntó.María miró a Sofía, luego a Jaime y suspiró: —No.Sofía sonrió triunfante mientras Jaime montaba en cólera.—¡Mejor Piénsatelo dos veces antes de responder a esa pregunta, María Rodríguez! ¿Por qué no iba a querer quedarse? ¿No lo han pasado tan bien juntos? Él pensaba que ella había renunciado por completo a dejarle.—Tengo mis propias razones, Jaime. Ya no quiero estar más a tu lado, Jaime. Soy una persona, no un objeto para que me manipules. Yo se misma lo que quiero y no quiero en la vida.Por mucho que le gustara Jaime, no iba a quedarse con él, no cuando la trataba de esa manera. Las manos de Jaime se cerraron en puños.—Muy bien... ¡que así sea entonces a lo maldita sea!—¿Bien qué? María no quiere quedar
Aunque Jaime estaba sumamente enfadado, también se sentía algo consternado por lo que María dijera a continuación. La mujer lo miró un momento antes de suspirar.—No puedo cambiar lo que decidas, y así sea—Jaime casi se abalanzó sobre ella.—¡De acuerdo entonces! —se quejó, sabiendo muy bien que ya no podría mantener más a María a su lado.Con cizaña, acoto: —¿De verdad crees que puedes vivir tu vida tranquila en el DF? Te lo dije una vez y te lo repito: encontraré siempre la manera de traerte de vuelta a mi lado, María Rodríguez, huyas adonde huyas.María frunció el ceño de impotencia. —Jaime...—¡Fuera de mi vista! —gritó. El círculo de hombres que los rodeaba se rompió, dejando vía libre para subir nuevamente a la avioneta.Sofía y María se sorprendieron, pero tras un momento de espera, Sofía tiró del brazo de su amiga y se dirigieron a abordar la avioneta. —Vámonos ya.Una vez a bordo, Bruno ordenó al piloto que despegara, no sin antes echar una larga mirada a Jaime Sánch
Julio se detuvo ante tal pregunta. Después de pensárselo un momento, dijo: —¿Qué sentido tiene tener miedo? No puedo detenerla en su camino. Lo único que puedo hacer es darle todo de mí y esperar que ella siga su ritmo/Sabía lo mucho que tenía que conseguir para estar a la altura de Sofía. El Grupo César tardaría meses, como mínimo, en igualar a los López. Rendirse ahora solo significaría alejarse cada vez más de ella.—Al parecer la amas de verdad—resopló Jaime. ¿Realmente pensaba eso, o era su forma de burlarse de Julio? Julio asintió.—¿Y tú? ¿Acaso no amas a María? La sonrisa de Jaime desapareció al instante. Parecía odiar esa pregunta...—¿Amor? ¿Cómo podría amar a una mujer tan despiadada como ella? Nunca la amare ni en esta vida ni en la siguiente—respondió con frialdad.Julio negó con la cabeza. A Jaime le importaba más su ego que así mismo.—Como tú quieras que sea. Mientras no te arrepientas de lo que has hecho, estará bien—dijo Julio, comprendiendo que Jaime jamás cam
Sofía suspiró aliviada al ver que su amiga seguía tranquila, pues le preocupaba mucho que María insistiera en seguir al lado de Jaime.A pesar de su amiga ser tratada como una simple mascota, no podía detener a María en ese momento.Sofía no sería diferente de Jaime si también forzara a su amiga. Era una suerte para María que aún conservara la cordura.Pronto aterrizaron en el DF. Las dos mujeres acababan de salir del aeropuerto cuando Raúl Rodríguez y su esposa se apresuraron a saludar a su hija.—¡María, María! —gritaban.Con lágrimas en los ojos, María se lanzó a sus brazos.—¡Mamá! ¡Papá!Sofía se sintió muy bien al ver a la familia reunida. Se volvió hacia Bruno y le agradeció toda su ayuda.—Soy tu padre, Sofía. No necesitas de tal cortesía.A Bruno no le gustó que su actitud pareciera poner distancia entre ellos.Sofía sonrió, pero no dijo nada.Padre o no, él no estaba obligado a ayudarla en nada, así que ella estaba realmente agradecida de que lo hubiera hecho.—¿Padre, por qu
Sofía se alegró por María y la animó: —Entonces, hazlo lo mejor que puedas. Ya veremos al rato cómo nos va.Charlaron tranquilamente un rato antes de que la madre de María las llamara para salir a comer. Sofía se unió a ellos y luego se dirigió a la oficina.Al llegar al edificio, notó que había muchos más empleados que antes, lo que indicaba que la compañía estaba implementando nuevos sistemas de gestión, los cuales se alegraba mucho de notar.Valerio y Yolanda formaban un muy buen dúo, mucho más eficaz que ella sola. —¡Yolanda! —llamó Sofía al tocar la puerta—Qué bueno verte de vuelta.Yolanda sonrió y se sentó con ella en el salón. Sofía le agradeció el apoyo durante su ausencia.—Me acuerdo de que alguien dijo que ustedes dos no tenía lo que se necesita para dirigir una empresa tan grande como esta. Me pregunto dónde estarán ahora esas lenguas cizañeras.—No fui yo—se encogió de hombros Yolanda—Todo el crédito le corresponde a Valerio. En realidad, yo sigo a cargo nada más
—¿Para mí? ¿Seguro que no era solamente para ti? —se burló Valerio.—Vienes a decir que todo lo que hacías era por mi bien, pero en realidad, sólo estás frustrado por que al fin y al cabo no ganaste nada—No era tan idiota después de todo.Años de convivencia con Fabián le habían permitido ver la verdadera podredumbre que yacía en su corazón.Aunque Julio de verdad algún día se muriera, el Grupo César nunca pertenecería a Valerio.Al menos no hasta un siglo después, cuando faltase Fabian.La cara de Fabián se desencajó por completo.—¿Qué demonios quieres decir?—Oh, nada de nada, sólo que espero que nunca me utilices como excusa para cada lucha de poder que tengas en el futuro— Valerio puso los ojos en blanco. Ya no me interesa el Grupo César.—¿Es que acaso ya no te interesa? — Fabián le miró incrédulo.—Ahora prefiero dedicar el tiempo que antes malgastaba en intentar tumbar a Julio, en gestionar mi propio negocio. Si Julio César puede tener su Grupo César, ¿por qué yo no soy capaz d
Sofía llegó justo a tiempo a la hacienda de López para la cena. Bruno ya estaba en casa, sentado en el salón con Paloma y Juliana, charlando y riendo. Cuando Sofía se acercó, saludó cariñosamente a su padre.—Hola, papá—dijo Sofía. Bruno la miró con cariño—Estás de vuelta. Vamos a cenar entonces.Hizo que Sofía se sentara a su lado y, sin más, Juliana desapareció del lugar enseguida. Sofía se sintió molesta, pero decidió guardar silencio. No quería crear ningún tipo de conflicto en ese momento.—Parece que este viaje ha valido la pena, papá. Parece que has congeniado muy bien con Sofía—comentó Juliana.Bruno estuvo de acuerdo y se acercó más a Sofía durante la cena. Mientras tanto, Sofía observaba con curiosidad a Juliana, quien parecía haber aprendido la lección.La familia se sentó a la mesa y la comida fue servida rápidamente. Bruno se aclaró la garganta y dijo: —Sofía, ¿qué te parece venir a trabajar a la empresa? Aprender un poco más te vendría muy bien.La idea se le había
Hacía rato que las expresiones de Paloma y Juliana se habían vuelto toscas hacia ella.—Papá, yo también quiero trabajar en la empresa—dijo Juliana, apresurándose.No se había preocupado antes, pero ahora le había dado el afán por hacerlo.¿Y si Sofía se ganaba el apoyo de todos en la empresa? Bruno miró a Juliana con escepticismo.—Creí que ya habías dicho que no la última vez que te lo pregunté.—Yo-yo no sabía nada mejor que decir en ese entonces—Juliana balbuceó.—Pero ahora estoy decidida. Quiero ayudarte también con el negocio familiar, como Sofía.Su tono genuino de decir las palabras tocó el corazón de Bruno.—Me alegra oír eso. Has crecido mucho Juli.Estaba a punto de permitirlo cuando Sofía interrumpió: —Considero que eso no es necesario.—¿Qué estás diciendo, Sofía? ¿Acaso me estás menospreciando? — Juliana echó humo.La intervención de Sofía había detenido a su padre justo antes de que pudiera darle su aval.Sofía continuó amablemente: —No veo la necesidad que tengas que