Sofía llegó justo a tiempo a la hacienda de López para la cena. Bruno ya estaba en casa, sentado en el salón con Paloma y Juliana, charlando y riendo. Cuando Sofía se acercó, saludó cariñosamente a su padre.—Hola, papá—dijo Sofía. Bruno la miró con cariño—Estás de vuelta. Vamos a cenar entonces.Hizo que Sofía se sentara a su lado y, sin más, Juliana desapareció del lugar enseguida. Sofía se sintió molesta, pero decidió guardar silencio. No quería crear ningún tipo de conflicto en ese momento.—Parece que este viaje ha valido la pena, papá. Parece que has congeniado muy bien con Sofía—comentó Juliana.Bruno estuvo de acuerdo y se acercó más a Sofía durante la cena. Mientras tanto, Sofía observaba con curiosidad a Juliana, quien parecía haber aprendido la lección.La familia se sentó a la mesa y la comida fue servida rápidamente. Bruno se aclaró la garganta y dijo: —Sofía, ¿qué te parece venir a trabajar a la empresa? Aprender un poco más te vendría muy bien.La idea se le había
Hacía rato que las expresiones de Paloma y Juliana se habían vuelto toscas hacia ella.—Papá, yo también quiero trabajar en la empresa—dijo Juliana, apresurándose.No se había preocupado antes, pero ahora le había dado el afán por hacerlo.¿Y si Sofía se ganaba el apoyo de todos en la empresa? Bruno miró a Juliana con escepticismo.—Creí que ya habías dicho que no la última vez que te lo pregunté.—Yo-yo no sabía nada mejor que decir en ese entonces—Juliana balbuceó.—Pero ahora estoy decidida. Quiero ayudarte también con el negocio familiar, como Sofía.Su tono genuino de decir las palabras tocó el corazón de Bruno.—Me alegra oír eso. Has crecido mucho Juli.Estaba a punto de permitirlo cuando Sofía interrumpió: —Considero que eso no es necesario.—¿Qué estás diciendo, Sofía? ¿Acaso me estás menospreciando? — Juliana echó humo.La intervención de Sofía había detenido a su padre justo antes de que pudiera darle su aval.Sofía continuó amablemente: —No veo la necesidad que tengas que
—¡Sofía López!Paloma definitivamente echó humo, pero incapaz de hacer nada con Bruno supervisándolas a ambas.Sofía sonrió.—De verdad que no puedes esperar ni un segundo en acabar conmigo, Dale entonces, ¿De veras crees que tengo miedo?Paloma rechinó los dientes.—Muy bien. ¡Ya verás mocosa!Con ese siseo final de víbora herida, arrastró a Juliana de vuelta a sus habitaciones.Sofía se sintió algo decepcionada al salir ilesa.Si Paloma le hubiera hecho algo violento, podría haber conseguido que Bruno tomara de una vez por todas cartas en el asunto.Por desgracia, seguía siendo astuta y sabía que no podía tocar a Sofía bajo la vigilancia de su padre.—¿La neta mamáá por qué no me dejaste hablar? Podría haberle dicho a papá quién me gustaba—se quejaba Juliana en su habitación.Si se lo hubiera dicho a su padre, era muy probable que les hubiera ayudado a acercarse más.Juliana podría incluso acabar casándose con Rodrigo, algo con lo que había soñado durante tanto tiempo.Paloma suspiró
Valerio entró en la sala del hospital, mirando fijamente al hombre que yacía en la cama. No había pensado mucho en ello cuando se enteró de que Fabián había tenido un accidente de carro. Como mucho tendría algún rasguño feo, pero tras enterarse por el médico de que el accidente lo había dejado postrado en una cama y en coma, no supo cómo reaccionar ante ello.Un coma...Nadie podía imaginar que Fabián César, ese hombre fuerte, orgulloso y egoísta, acabaría en ese estado. Valerio sintió una mezcla de emociones.La puerta se abrió y entró una cara conocida, aunque era la primera vez que se veían en persona.—He oído que ahora no es más que un inmóvil vegetal.Dante Fernández acababa de bajar de un vuelo que debía llevarle directamente a Yolanda. No se había planteado hacerle una visita a Fabián hasta que se enteró de lo sucedido.Valerio frunció el ceño.—¿Sigues deseando vengarte con él y más aún estando de esta manera?—¿Venganza? ¿Qué venganza tengo que tomar? —se burló Dante.
Tras un breve intercambio de palabras, Sofía salió del despacho de Valerio y sacó su teléfono antes de dudar.Pasará lo que pasará, Fabián era después de todo el padre biológico de Julio.¿Se enfadaría Julio al conocer la noticia? ¿Ya se habría enterado? Sofía le llamó de todos modos.El teléfono timbró durante varios segundos antes de que Julio descolgara.Sonaba algo cansado.—Sofía.—Pareces agotado. ¿Estás bien? — preguntó Sofía, preocupada.—Sí, estoy bien. Ha habido mucho que hacer en el trabajo...Lo único que quería Julio era solucionarlo todo cuanto antes y después irse al DF, donde podría centrarse en acabar con los Cruz como habían planeado.En cuanto se ocuparán de los Cruz, podría estar oficialmente con Sofía.Por eso tenía prisa por hacerlo realidad.Sofía era ajena a ello.Solamente lo había mencionado entonces porque aún no estaba segura de qué hacer con su relación con Julio.Su agotamiento hizo que Sofía se estremeciera un poco.—No te apresures. Relájate y tómate tu
Mientras Sofía y Julio hablaban por teléfono, al otro lado de la ciudad se estaban gestando problemas.Un hombre de aspecto un poco amenazador se recostó en su silla, mirando atentamente las fotos de su teléfono—¿Estás seguro? —preguntó a su guardaespaldas.El guardaespaldas asintió: —Sí, señor. El viejo es uno de los pocos que dejaron la familia hace años. Ése es su nieto. Ha tenido mucho éxito en Guadalajara.El hombre del salón apagó el teléfono: —¿Qué intenciones crees que tiene esa gente? ¿Por qué vuelve a buscar a alguien ahora después de que se haya ido hace tantos años?El guardaespaldas permaneció en silencio, sin atreverse a sugerir nada.—Por poder, obviamente. Piensan que están perdiendo fuerza, así que vuelven arrastrándose como gusanos en busca de ayuda. Me pregunto qué les hace pensar que la familia les ayudará—resopló el hombre, ignorando al guardia.Estaba muy enfadado. Él debería haber sido el siguiente en la línea para hacerse cargo de la familia, pero entonces el
Sofía encontró al Sr. Rivera esperándola en el piso 12...—Este es su cubículo, señorita Sofía. Nuestro departamento se encarga de las ventas. Le haré un resumen de todo lo que hacemos— dijo amablemente el hombre. No era idiota. Estaba claro que Sofía empezaba desde abajo para aprender a fondo el funcionamiento de la empresa.Había muchas posibilidades de que ella fuera su jefa algún día, así que no se atrevía a ofenderla ahora.Sofía asintió. —Puedes simplemente llamarme Sofía.—Um...— Realmente no quería arriesgarse.—De veras está bien—insistió Sofía. Sabía cuál era la preocupación del director. Más le convenía intentar aliviarla.El Sr. Rivera cedió. —Muy bien, Sofía. Primero echa un vistazo a estos documentos. No dudes en preguntarme si tienes alguna duda.Sofía se dirigió a su cubículo y se puso a estudiar los documentos que le habían entregado. La información que aparecía era mucho más detallada que la que ella misma había conseguido, así que pronto se enfocó en aprender lo má
—Señorita Juliana—saluda Andrea alegremente, entrando en el despacho en la planta 17, correspondiente a Juliana—Aquí tiene los documentos que usted pidió.—Mm. Puedes dejarlo ahí—Juliana señaló la mesa con la cabeza—¿Cuánto tiempo llevas trabajando aquí?—Dos meses, señorita—informó Andrea, temerosa de que se metieran con ella por eso. Había oído que Juliana era difícil de tratar. Sorprendentemente, la mujer solo sonrió.Dos meses era un buen tiempo; ni demasiado nueva ni tampoco demasiado experimentada. Andrea le sería útil a Juliana en los próximos días.—No está mal. Trabaja duro, y me aseguraré de que lo que vales sea recompensado—elogió, y luego desabrochó el brazalete de su muñeca, colocándolo sobre el escritorio —Aquí tienes un regalo. Tómalo.Andrea la miró estupefacta. —No puedo, señorita...—He dicho que lo cojas—espetó Juliana—Eres mi asistente, y mi asistente debe ser capaz de poseer cosas finas.Andrea se pasó el rechazo y se metió apresuradamente la pulsera en la mochila