HELLEN—Bennett por favor escúchame, yo te quería decir. —¡No la toquen! está embarazada— Escuchó al hombre que amo y me mira con rabia y al mismo tiempo con la pena que nos lastima a los dos, yo sabía que tenía que decir la verdad pero el miedo me ganó y ahora estoy pagando las consecuencias. Mi barriga duele y el corazón más, los oficiales vienen hacia mi pero Bennett no deja que me toquen, los que están preguntan que pasa mientras Dennis me mira con asco gritando cosas que él no sabía pero entiendo que esto es obra de James Smith, deje que el demonio se acercara a nosotros y el amor me cegó al punto de pensar que ese infeliz se quedaría tranquilo. —Mi amor. —Dime que es mentira— sus manos me agarran con fuerza— esto tiene que ser un maldito error— sigue y sus lágrimas me arden— tú no eres una asesina, este hombre… Se queda en silencio unos segundos mirando al infeliz que me está destrozando la vida alejando su calor de mi cayendo en cuenta de muchas cosas. —¿No es mentira no
BENNETT —¿Cómo pude haber sido tan estúpido?. —No digas eso. —¡Es la verdad abuela!, ella es una mentirosa, toda ella es una mentira y creeme que ahora que se me cae la maldita venda de los ojos entiendo tantas cosas, ellos siempre fueron cómplices. Y juro que no lo puedo creer, quiero vomitar pero eso es fácil, arrancarme el alma por amar a quien no debo no lo es. La situación es una que jamás imaginé y es por eso que siempre he tratado ser un hombre ordenado pero me comporte como un adolescente queriendo tener todo lo que antes no tenía y ahora pago las consecuencias de mis errores, antes me convencía que el tiempo no era importante y ahora odio cada segundo en que me enamore de ella creyendo que nuestro hijo la estaba ayudando a ser una mujer persona pero no es así. —Nunca fue así— me siento idiota cuando leo los documentos que son ensuciados con mis lágrimas— fraude, estafas desde los 16 años— delitos pero nada como los que siguen. Los ojos y el corazón se me salen leyendo
NICOLÁS—Esto es una locura, maldita sea el peor error de mi vida. —Si no lo hacemos, Smith nos va a matar. —¿Y crees que Bennett no?. Le pregunto al estúpido de Renaud mientras vemos la camioneta que finalmente ha sacado de la delegación al maldito de James Smith. Mi colega y cómplice ha sido el médico que yo recomendé para Bennett y Hellen, un hombre sin escrúpulos ni ética al igual que yo pero sin justificar mis actos aún más siniestro. —¿Estás seguro que su embarazo ha estado bien?— llevamos a Hellen que está dormida por los pasillos— ella no puede dar a luz en una comisaría. —¡Ya cállate!— me grita el francés— deja de mirar a esta mujer con pena, está es una de tantas que sabe cómo es el negocio, ¿es un vientre de alquiler o no?.—Ella cambió y Bennett es mi amigo. Juro que la conciencia me está matando, Bennett ha añorado una familia y yo lo conozco desde antes de Sandra, me ofreció su amistad sincera mientras yo siempre envidie no solo su dinero y prestigio si no también
HELLEN—No, no no dámelo— suplico estirando los brazos, cansada y sola— déjame verlo. Siento que las lágrimas me caen mezclando la sal en mi boca seca, tanto como el corazón que se me rompe porque me duele todo pero no tanto como haber traído a un ser humano al mundo, a mi hijo, al que esté maldito no me deja cargar—¡Me duele!— siento punzadas en las caderas— déjame ver a mi hijo te lo ruego. Grito sintiendo lastima por mi y dolor por el bebé que he expuesto a esta situación gracias a mi pasado y mis mentiras, mirar a Nicolás me provoca náuseas, rabia por no poder defenderme y veo que mi barriga sigue estando grande confirmando aún más dolor y pánico que es verdad, son dos bebés. —Mis hijos— sollozo sintiendo que me quiero morir— dame a mi niño— lo escuchó llorar y mi corazón late más fuerte— ¡Dame a mi hijo!. Grito, peleó como puedo pero duele mucho, la cara de ese hombre al que mate y el olor de sangre vienen a mi mente y quisiera que sea Nicolás el que esté muerto, la traición
HELLEN—Me quieren matar, se quieren llevar a mis bebés por favor. Le imploro a la mujer que me mira aterrada con el pulso disparado y las piernas que me flaquean por el miedo y el esfuerzo, mi niña no llora y eso me asusta más que escuchar a los infelices que están afuera, mi desesperación es tan grande que lucho por sostener a su hermano y sostenerla a ella. —Mi niña— la miro y la mujer me observa — déjeme ir. —Yo también trabajo para el señor Renaud. La sangre se me congela, tanto miedo que tuve por estar en una prisión para ahora estar encadenada a este infierno donde he arrastrado a mis hijos, dos inocentes que no tienen culpa de nada, mi niña es un ángel y mi niño me agarra con fuerza el dedo sin dejar de llorar. —Pero también soy madre— escucho la perilla— salga ahora. —Mi niño. —No pida tanto señora. Me empuja hacia la puerta que no me dejaba cruzar, tengo a la bebé pero no me puedo mover, no puedo dejar a mi niño, el dolor en todo el cuerpo me aturde, la piel me arde
BENNETT —¿Te comunicaste con Sandra?.—No abuela, yo no me comunique con ella, ella me llamó y no entiendo cómo y porqué pero no me importa— le exijo al chófer que maneje más rápido— !Joder apúrate!, mi hijo naciendo en medio de este caos, no lo puedo creer. Mucho menos entender, me quiero arrancar los ojos para no creer lo que pasa pero no sé puede, debo intentar ser lo más razonable posible y dejar que las punzadas que siento en el corazón no me acaben, hace solo unas horas me sentía el dueño del mundo y ahora acabo de salir de la cárcel, el matrimonio al parecer me odia y el amor quizá no es para un hombre como yo, lo único que me mantiene de pie es mi hijo aún con todo y que necesito hablar con Hellen, alguna maldita razón tiene que haber para todo esto y me bajo rápido del carro corriendo hacia la clínica donde veo a mi papá cabizbajo y a los médicos pálidos haciendo que las piernas me tiemblen temiendo lo peor. —¿Qué pasa?— preguntó viendo las malas caras— ¡¿Qué es lo que pas
—¿Cómo está ese angelito?. —Bien, no soy pediatra Amari pero ya uno se encargó de revisar a la niña y está bien, algo débil por el frío pero bien, el médico estima que ella dió a luz hace unos días pero todo es extraño. —Y lo que le sigue de extraño, ella estaba pidiendo que no se la quiten— me parte el alma solo recordarlo. —Por eso es más extraño aún, tristemente estás cosas las ves más en los lugares no tan beneficiados por la economía y la justicia, sin embargo, esa niña está muy bien alimentada, tanto ella como su madre sobrevivieron en parte por la buena salud que tienen, me es extraño pensar que la quisieron robar pero una nunca sabe. —Gracias por haberla atendido señor, se que no es su rama pero usted tiene las manos benditas. —Que no salvaron a mi esposa. Respondo con frustración, con el dolor que me acompaña desde el día que se fue, sabía que su cardiopatía era complicada pero lo intente todo más no funcionó, mi mujer tiene más de 20 años muerta y yo con ella. Aún así
JAMES—Maldita sea Sandra ya deja de llorar— la gritó porque me harta— así es la vida, tu mejor que nadie lo sabe y a estas alturas lo único que te debe importar es que el niño ya nació. —Y la niña murió— llora— papá tu me dijiste que ella odiaba a los bebés y por eso te exigió que él no lo sepa, no entiendo por qué. —Fue su decisión y si yo no cedía a eso, ningún niño se hubiese quedado aquí, ya ves que a escondidas los estaba vendiendo, la ambición de esa mujer no tiene límites y aunque Bennett nunca lo debe de saber, hay mucho que agradecerme. —Ha pasado un mes— se limpia las lágrimas— realmente creí que era una buena mujer, es joven pero no una niña, hay que ser muy desalmada para vender a un bebé como si fuese mercancía. Ella que tuvo la oportunidad de tener no uno sino dos los vende como cualquier cosa y yo— solloza otra vez y me desespera— yo daría mi vida por tener un hijo del hombre que amo y no puedo. ¿Y si él me olvidó?, papá yo lo llamé ese día y no le importo. —No es