Kael. Volví a la normalidad en cuestión de minutos, no me separé de ella por miedo a perder el control y hacerle daño. Sus brazos rodeaban mi ancha y musculosa espalda, provocando un desborde en sus emociones y el aumento de sus latidos, logré escuchar cada golpe que daba su corazón. Cuando recuperé por completo la conciencia, me levanté un poco, apoyando ambas manos en el suelo para no aplastar a Celeste y la miré a los ojos. —Estabas muy lejos, tal vez por eso me transformé —comenté. Era lo más lógico. Celeste estaba a un lado de la habitación, y yo me alejé cada vez más cuando sentí que iba a volverme una bestia salvaje. Si recuperé la cordura, fue porque la olfateé. —E-es lo que pensé —Volteó el rostro con tal de evitar mis ojos. Su cara estaba roja como el tomate, tal vez porque mi camisa se había roto por completo y lo único que me cubría era el pantalón. Un aroma cálido y fresco, como si usara un perfume natural, calmó cada parte de mi interior. La maldición azotó mi p
Celeste. Nuevo día, nuevo entrenamiento para mí. Me senté a descansar en un tronco que se había vuelto mi silla favorita, porque ya había corrido el circuito por más de veinte minutos sin parar y en mi forma de loba también. Bebí un gran sorbo de agua y jadeé. Kael estaba sentado en una piedra, mirando el río y perdido en sus pensamientos. Desde que un grupo inferior de vampiros atacó a la manada, él empezó a comportarse extraño. Algo le preocupaba. —¿Estás bien? ¿Ya me vas a decir qué ocurrió? —interrogué. Agarró una piedra pequeña y la lanzó con fuerza. Literalmente me ignoró. Rodé los ojos. —Tierra llamando a Kael —Alcé más la voz—. Te estoy hablando. Recién volvió a verme y tenía la mirada perdida. —¿Ya descansaste? —preguntó. —¡No escuchaste lo que te dije! —me quejé, frustrada. —De hecho, hay algo de lo que tenemos que hablar. —¿Ahora te das cuenta? —Alcé una ceja, cruzada de brazos—. Desde que atacaron los vampiros andas en el limbo. Kael se levantó con lentitud
Celeste. Era mi día de descanso, pero aún así solía irme al campo de entrenamiento para trotar un rato en las mañanas sin la supervisión de Kael. Necesitaba volverme fuerte lo más pronto posible, y mostrarle que ya podía avanzar a la siguiente etapa. El que a veces me acompañaba era Damián, ya que aprovechaba para recolectar plantas medicinales por esos lados del bosque. —¿Terminaste? —Me preguntó al verme sentada y jadeando. Tenía su bolso lleno con todo tipo de plantas. —Dame un minuto —pedí, mi pecho quemaba. —Sabes, no tienes que hacer esto todos los días. El cuerpo también necesita descansar para recuperarse —comentó.—Descanso sábados y domingos —bromeé—. ¿Y para qué son las plantas? Si ustedes tienen el don de sanadores desde que nacen… Damián me vio con una ceja alzada y se sentó cerca de mí, dejando el bolso a un lado. —Veo que entrenar con Kael no te ha servido de mucho —comentó, riendo—. No nací con este don. Me criaron los sanadores para no dejarle todo el peso a
Celeste. Faltaba poco para el anochecer y tenía que ir a la habitación de Kael debido a la aparición de la luna llena. Mientras esperaba, me encontraba hablando con Samanta en una banca cercana a la cabaña de Kael. —Sabes, cada noche tengo ese mismo sueño de cuando caí al río —comentó, viendo el cielo de tonos naranjas—. Es aterrador. —Pronto dejarás de soñar con eso. Me pasó lo mismo al ver la muerte de mis padres… —confesé, cabizbaja—. Es un trauma que se queda durante un tiempo. —¿Tus padres murieron frente a ti? —Abrió la boca con horror y se la tapó con la mano—. Debió de ser horrible, Celeste. Me acarició el hombro en apoyo. —Estoy bien, porque sé que algún día lograré vengarme —Estiré mi mano en dirección al cielo, viendo que la luna estaba por asomarse—. Eh, tengo que irme… —¿Por qué? —Tengo que encontrarme con Kael. —No puedes, Celeste —Agarró mis manos para detenerme—. Hoy hay luna llena. ¿No has escuchado a la gente? Me han advertido tantas veces que ver a Kael du
Luther. —¿Cómo va el crecimiento del bebé? —pregunté, caminando junto a Elise hacia el sótano. La manada logró capturar a un demonio bastante peculiar que llamó mi atención. Lo tenían encerrado en el calabozo y me encantaría hacerle una propuesta. Sonreí de lado, pensando en las posibilidades que tendría de convertirme en el puto rey. —Va bien… —murmuró Elise, cabizbaja. Sobó su vientre. —¿Qué sucede? —No creo que sea buena idea —comentó, haciendo una expresión arrugada—. Puede ser peligroso para ti, y no quiero perderte. Se detuvo. Colocó ambas palmas sobre mi pecho, y nuestra diferencia de altura le dificulta llegar a mi boca. Me incliné un poco para darle un suave beso en la frente. —¿No quieres que seamos los reyes del mundo entero? —inquirí, acariciando su cabeza—. Hemos acabado con los Eldrin, y no vamos a detenernos por miedo. —Luther, los demonios son astutos y siempre se salen con la suya. ¿Y si te pide a cambio la vida de nuestro hijo? —Apretó los labios. Me mofé
Celeste. Estaba caminando tranquilamente por el pueblo, hasta que vi a Nolan venir hacia mí con una enorme sonrisa. Trataba de evitarlo desde la última vez, no quería meterme en problemas con Kael, y era incómodo hablar con él porque se insinuaba en cada oración. —¡Celeste! Mi reina, ¿qué tal estás? —preguntó, dándome un abrazo rápido que me hizo parpadear—. Kael le ha dicho a toda la manada que eres capaz de controlar su maldición. ¿Es por eso que te cuida tanto de mí? Alzó una ceja y colocó ambas manos en su cintura. No pensé que Kael sería tan rápido en compartir la noticia con la manada entera… Con razón todos me veían sorprendidos. —Todavía no sabemos cómo funciona —dije—. No es que sea parte de mi poder. —¿Tampoco están destinados? —inquirió, frunciendo el ceño. Negué. —Creo que no. Me encogí de hombros. La coleta de Nolan le daba ese toque de elegancia, y sus enormes bíceps le daban cierto atractivo. —Entonces… —Se acercó con delicadeza a mí—. ¿Estás disponible? La
Kael. —Esto es malo… —dije, apretando los puños con fuerza. —¿Qué vamos a hacer? —cuestionó Nolan. —La empresa de papá —susurró Damián. Los tres estábamos en mi oficina discutiendo sobre los distintos recursos que dejamos de recibir de varias manadas aliadas que teníamos. Nos enteramos de que Luther era el culpable. Además, hizo un pacto con un demonio que aumentó su poder y le dio habilidades especiales. —Luther está demente. ¿Planea apoderarse del mundo entero? —inquirió Nolan, rodando los ojos—. Pero Damián tiene razón. El huerto no podrá mantener a todos si no hay manadas que comercien con nosotros. Debemos buscar la forma de ganar dinero en el mundo humano. —Un segundo ingreso —aseveré, moviendo el lapicero sobre la mesa—. ¿Cuánto polvo tendrá ese bar? Lo bueno era que mi padre tenía un contacto en el mundo humano que podría ayudarnos… sólo esperaba que estuviera vivo. —¿Qué tan difícil puede ser llevar un bar de prostitutas? —No es un bar de prostitutas —refuté—. Es un
Celeste. Habíamos llegado al dichoso bar todo polvoriento del que me habló Kael. Dejamos nuestras maletas en un hotel cercano hace un día. —¡Kael! ¿Cómo has estado? —Un hombre vestido de traje y una barba larga lo saludó. —Espero no haya problemas en que ellas estén presentes —Nos miró de reojo. —Para nada —El hombre pasó un trapo por una mesa polvorienta y nos dio sillas—. Pensé que nunca volvería a verte. Recuerdo lo joven que estabas cuando viniste la última vez. Había luna llena esa noche, por lo que Kael no me despegaba de su lado y parecíamos una pareja de enamorados. Mis manos estaban temblando por su cercanía, y supe que Samanta lo notó por la mirada pícara que me lanzó. —Bueno, ¿Quieres revivir el bar? —preguntó, juntando ambas manos sobre la mesa.—Así es, Jack. No tenemos una fuente estable de ingresos, ya que hay cierto alfa aniquilando a todos… —murmuró Kael, casi golpeando la mesa con su puño. —Uh, peleas de criaturas. ¡Bueno! Soy el hombre indicado —Se señaló a s