Capítulo 5
Lucía no esperaba que él volvería.

Por suerte, Ana estaba en ese momento, señaló a su amiga con gesto sereno: "Ana... ella quiere divorciarse".

Ana captó al instante la indirecta y asintió con complicidad:

"Ah... sí, yo ya estoy tramitando el divorcio."

La relación entre Felipe y Lucía era distante y también a sus amigos.

Aunque había coincidido un par de veces con Ana, desconocía por completo su situación familiar, frunció el ceño y preguntó: “¿Por qué no viniste a mi primero para esto?”

Ana comenzó a balbucear, atrapada en su mentira, Lucía intervino con rapidez:

“Estabas ocupado con el caso de divorcio de tu hermanita, no quise molestarte más.”

Cuando mencionaron a Paula, se puso un poco nervioso y no hizo más preguntas, respondió: “Bueno... si necesitan ayuda legal, saben dónde encontrarme.”

Aunque lograron engañarlo, un peso opresivo se instaló en el pecho de Lucía.

Un abogado de su astucia debería haber detectado las incongruencias, pero todo lo relacionado con Paula nublaba su discernimiento.

Siempre dice que el amor es ciego, comprendió amargamente.

Observó sus dedos danzando con nerviosismo sobre la pantalla del móvil, su inquietud física. Mentalmente, comenzó la cuenta regresiva para su partida.

Diez, nueve, ocho... uno, como anticiparon, él se levantó y buscando excusas:

“Lucía, tengo un asunto urgente en el bufete. ¿Cuándo te dan el alta? Vendré por ti.”

Lucía sabía que él estaba mintiendo, pero ya no le importaba y dijo: “En cinco días después.”

Y el día que le dieron el alta del hospital, Lucía lo esperó desde la mañana hasta la noche, pero no apareció.

Al abrir su red social, al ver la foto de Paula nadando en la playa, pareció tener una premonición de algo y llamé al Felipe.

Antes de que pronunciara la palabra, el rumor de las olas a través del teléfono ya lo traicionó por completo.

Pero él no se dio cuenta y aun así encontró una excusa.

“Lucía, estoy en otra ciudad por trabajo. ¿Necesitas algo?”

Se había olvidado de eso como siempre.

No importa cuántas veces sea, Paula ocupaba el primer lugar.

Y ella, siempre la opción secundaria.

Pero esta vez ella se despertó y ya no quería quedarse detrás de él, esperándolo tontamente.

Lucía no se lo recordó ni lo expuso, solo dijo unas palabras de preocupación como antes de costumbre.

"¿Cuándo fuiste? ¿Cuántos días tarda?"

"Fue anteayer, vuelve mañana".

Lucía estuvo de acuerdo, le dijo que se cuidara y colgó el teléfono.

Después de llamar un taxi, se paró al costado de la carretera, sacó su calendario y contó los días que faltaban para su divorcio.

Diez días.

En diez días estaré completamente libre.

Para entonces, el cielo o la tierra será vasta, y será libre.

No había nadie que me recogiera cuando me dieron de alta del hospital. ¿Qué importancia tiene este asunto tan pequeño?

No hay por qué molestarse por esto.
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