Capítulo 4

- ¿Que eres qué? – se levanta rápidamente y se arregla la ropa.

-Soy v… no alcanzas a terminar la frase cuando eres interrumpida.

-Te escuché, lo que no entiendo es qué haces aquí, porqué te vendes de esta forma. dice con preocupación.

-Ya está hecho, no tienes porqué saberlo, sólo haz lo que tienes que hacer o de lo contrario no recibiré el dinero.

- ¿Tan terrible es tu situación? Se ve que no eres como las otras, mas si es tu primera vez en esto. – continua.

El te mira de arriba abajo con lujuria que sientes que te quema la piel, guardas silencio, te cubres con una de las frazadas suelta de la cama y lo miras fijamente.

-Si no me tomas ahora alguien más me comprará y francamente prefiero que seas tu quien lo haga - le indicas con timidez.

-Puedo saber por qué quieres que sea yo – camina hacia ti con las manos en los bolsillos.

-No soy ciega, eres apuesto y francamente prefiero eso a un gordito mal oliente – sonríes un poco.

Se sienta a tu lado y toma tu barbilla obligándote a mirarlo, sus ojos azul profundo te envuelven en un embrujo de seducción, con el te sientes segura y dudas si es a causa de la droga o realmente te hace sentir así.

-No suelo ser gentil en la cama Diana… ¿es tu nombre cierto? ¿Diana? o te llamas de otra forma – pregunta mientras te acaricia la mejilla con dulzura.

-Diana es todo lo que tienes que saber – te sonrojas y agachas la mirada tratando de escapar de sus preciosos ojos.

-No sé por qué, pero no me gustaría lastimarte – te dice susurrando al oído.

Su cercanía y su aroma cerca de ti enciende lo que no creías, instintivamente giras para darle un profundo beso que lo toma por sorpresa, toma firme tu cabeza con ambas manos, como si tuviera miedo de que te fueras a escapar de él, de su toque, de su lengua que te envuelve con cada suspiro profundo. No sabes si es por la droga, pero sientes un cosquilleo en tu bajo vientre y sientes cómo te vas lubricando, algo que jamás experimentaste. hábilmente se quita la camisa sin despegarse de tu boca ni un solo momento.

-Dime tu nombre – susurra sobre tus labios

-No – dices casi sin aliento.

- Te ordeno que me digas cual es tu verdadero nombre, o al menos déjame ver tu rostro hermoso mía – dice con dulzura.

Mientras te desnuda en la cama, se fija en el tatuaje de gatito que tienes en tu muñeca derecha, lo acaricia y luego vuelve a comerte la boca. Quedas sin ropa y expuesta ante aquel hombre, observas su cincelado pecho y esos bíceps bien marcados, sientes que es el hombre correcto, que no podrías estar con nadie más en tu vida, sólo con él.

Se desnuda por completo y abres la boca de la impresión que te da ver su pene, es grueso y la longitud no la puedes medir, pero a simple vista eso no va a caber en ti. Tiemblas y él se percata de tu nerviosismo, se sube sobre ti y puedes sentir su miembro en tu entrada rozando cada parte de ti como pidiendo permiso para ingresar. Toma firme una de tus piernas y te besa con fiereza y pasión, una lagrima cae, recorriendo hasta tu oreja. Él se fija en tu miedo.

-Tranquila, sólo te dolerá un poco, no prometo sr gentil, no esta en mi esencia. Lo hare con prisa y sin pausa – espetó aquel hombre mientras lo miras con horror detrás de la mascara que te obligaste a usar.

-Es raro, tengo miedo, pero me siento tranquila y hasta puedo decir que lo estoy disfrutando – confiesas

-luego de un momento lo disfrutaras, esta noche somos sólo tu y yo, te cuidare como un tesoro – dice

Después de esas palabras, presiona tu cuello fuertemente y vuelve a comerte la boca con un desbordado beso, uno que hizo que todos tus miedos desaparecieran. Sin aviso y de golpe se introduce en ti, cada quejido tuyo es callado por su boca, se queda quieto esperando que te amoldes a él, sigue besándote, no para de hacerlo. Sientes la necesidad de moverte, te duele muchísimo, es un ardor que nunca imaginaste sentir, las lagrimas que caen son rápidamente atrapadas por sus pulgares, esta pendiente de ti, de cada gesto, de cada detalle.

De pronto, empuja toda su verga en ti haciéndote dar un enorme grito que nuevamente es silenciado por su boca y su lengua, no se separa de ti, nuevamente hace una pausa para luego entrar y salir de ti a un ritmo lento.

-no aguanto más, quiero ser salvaje, me estoy conteniendo, pero estas tan apretada, estas tan lubricada para mi hermosa, lo siento, pero ya no aguanto más.

Te gira en la cama quedando boca abajo, se sube y encaja su pene nuevamente en tu entrada, lame tu oreja y masajea tus senos por debajo. Se introduce rápidamente en ti y comienza a embestirte salvajemente, tapa tus gritos con su mano mientras que con la otra se afirma de tu largo cabello. No puedes creer que aquel hombre dulce de pronto se haya vuelto una bestia. Le ruegas que pare, pero el no escucha, y con un gran gemido acaba en ti. Se recuesta a un lado y te mira fijamente mientras intenta calmar el ritmo de su respiración.

-Perdóname, no debí… perdóname, solo es que me recuerdas mucho a alguien y, bueno yo creí que… perdón, estoy ebrio y no me comporte como es debido contigo – te acaricia, pero le apartas la mano.

-Ya está hecho – es lo único que puedes decir, intentas calmar tus lágrimas, pero no lo consigues.

Lo miras fijamente a los ojos para grabarte su imagen, aquel hombre de ojos azules y rasgos hermosos ha cobrado su premio, había terminado con tu inocencia, ahora te sientes sucia, pero reprimes todo tipo de sentimiento. Solo puedes pensar en que jamás te olvidaras de él, no sabes su nombre, no sabes porqué esta aquí, pero debe ser un hombre poderoso.

Te levantas y te vas al baño, te das cuenta de que estas completamente manchada con tu ya perdida virtud, te quitas la máscara y entras a la ducha para bañarte, sientes un ruido y ves que aquel hombre se está uniendo, pues también está cubierto de ti. Te giras rápidamente para que no te vea el rostro.

-Perdona, no sabía que pasaría eso, salgo de inmediato para que puedas ducharte – dices con vergüenza.

-Esto es normal, no te avergüences… puedo ahora ver tu rostro, quiero saber cómo eres, solo veo tus hermosos labios que no podré sacar de mi mente – pide con amabilidad.

-No, por favor respeta eso, no quiero que me veas y no quiero saber más de ti. Si ya acabaste conmigo puedes irte - le solicitas con la voz entrecortada.

-Pagaron por toda la noche contigo, pero tranquila, me voy a ir, aunque no es suficiente para mí, lo es para ti – dice con voz de arrepentimiento

- ¿Me pagaran igualmente si te vas antes? – preguntas con preocupación, dándole la espalda en todo momento.

-Sí, lo principal ya se cumplió… eres, eres realmente preciosa Diana… - dice mientras acaricia tu espalda con ternura.

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