"¿Quieres salir de aquí?", le susurré íntimamente al oído. La pregunta fue seguida de cerca por mi mano, moviéndose por su pierna mientras se sentaba a mi lado, sin dejar lugar a dudas en su mente sobre mis intenciones. Mi pregunta solo dejaba llegar a una conclusión. Esto era todo lo que se neces
"¿Qué está pasando ahí?", gritó una voz de hombre. Uno de los hombres del grupo que acababa de llegar. Levanté la vista hacia él rápidamente con lágrimas en los ojos y le supliqué sólo con la mirada que me rescatara. Que alguien más interviniera antes de que fuera demasiado tarde. "¡Ayúdenme! Este
"Bonito nombre", dijo Miles, deslizándose en el asiento del conductor. "¿En dónde te dejo?"."Mi apartamento no está lejos. Si pudieras dejarme ahí, te lo agradecería".Miles encendió rápidamente el coche y comenzó a conducir según las instrucciones que le había dado. No sería un viaje muy largo, pe
Las cosas estaban a punto de ponerse interesantes. El primer hombre se abalanzó hacia mí y lanzó un golpe a mi cabeza que esquivé sin esfuerzo. No debió darse cuenta de lo ágil que era, ya que al instante contrarresté su ataque cortando mi daga a lo largo de su costado. Había sido tan rápido que no
La oscuridad... La oscuridad, una superficie húmeda y un sabor metálico abrumador me recibieron. Sabía lo que era incluso antes de abrir los ojos, pues mis últimos recuerdos me recordaron inmediatamente lo que había sucedido. O, al menos, lo que había sucedido antes de perder la conciencia. Tembla
"... Oye, yo creía que éste estaba destinado a ser traído vivo", añadió, tomando más equipo. "¿Por qué esforzarse en hacer que parezca un ataque animal?".Porque lo era. Pero no respondí, pues el tema seguía siendo demasiado delicado en ese momento. En su lugar, me limité a apretar los dientes en s
“Entra”, dijo una voz grave al otro lado de la puerta. Solo tuve que esperar unos segundos después de llamar a la puerta para que me respondiera, pero deseé que no hubiera habido respuesta. Más que nada, quería irme. Quería que no estuviera allí esperándome en su oficina. Pero ese no era el caso.
Solo había dos razones por las que me llevaban a estos eventos: como seguridad... o, en raras circunstancias, como espía. Dado su énfasis en no darme un castigo para evitar que sufriera heridas, solo podía asumir que era la última opción. Unos cuantos moretones no eran motivo de preocupación si simp