Y, al final, se convirtió en una lista de cinco nombres... ‘Jonathan’, el guerrero que había encontrado las hierbas bajo mi cama y había testificado en contra mía en el juicio. Apenas sabía algo de él en esta vida y rara vez lo veía en la manada. Era muy posible que él fuera un antiguo salvaje o qu
Había unas cuantas personas alrededor, pero solo estábamos los tres al alcance del oído. No tenía que preocuparme de que alguien más nos escuchara. “... Se trata de Thea”, susurré. “Creo que he descubierto cómo ella... hizo esa cosa y también puedo probarlo”. Los ojos de Aleric se abrieron de par
“Está bien, supongo. Incluso si él no te traiciona, estará obligando a Thea a mentir para protegerse”. “¿Qué pasa si ella realmente tiene una familia humana allí afuera?”.“Entonces sigue siendo más información de la que tengo ahora mismo. Cualquier cosa es mejor que nada”. Perseguir a Thea estaba
“... ¿Qué acabas de decir?”, pregunté con la voz cargada de incredulidad. “Dije que han declarado la guerra”, repitió Alexander. “Ellos han dicho que si no liberamos a Caius antes de la puesta de sol de mañana, anunciarán oficialmente su intención de llevarlo a casa por la fuerza”. Menos de veinti
Yo no dejaría que pasara. No de nuevo. Ya había participado en demasiadas guerras y conocía demasiado bien la destrucción que dejaban atrás. Esta vez la causa no era ni siquiera por poder o territorio... era por liberar a un hombre inocente. Un hombre acusado de mis propios crímenes. Tomé un respir
Sin embargo, la verdad es que estaba segura de que ninguna de las dos opciones presentadas era la mejor decisión. Ambos caminos tenían sus propios obstáculos, sus propios pros y contras. Y aunque me parecía que la opinión de Aleric en ese momento estaba equivocada, tenía que reconocerle el mérito qu
“Estoy bien, gracias”, respondió él. “Me alegro de verte”. Escuchar su voz casi me hizo perder la compostura. Pude ver en sus ojos lo que realmente me estaba diciendo y eso solo hizo que las cosas fueran mucho más difíciles. Me aclaré la garganta y traté de volver a centrarme. “Lo mismo digo”.Ha
“¡Sí! Bueno, quiero decir, él no está realmente incumpliendo sus órdenes. Solo pasando el rato en el otro lado”. “Cai...”, dije con cautela. “¿Le... le ordenaste?”. “¿Qué? No. Por supuesto que no. No podría aunque quisiera”, respondió él. “Aria, confía en mí. Todo lo que hice fue preguntar si podí