—¿Gianna? —preguntó el reflejo.La voz era alarmantemente similar a la suya, pero había algo extraño en el tono, algo que la hizo estremecer de pies a cabeza. Gianna retrocedió hasta que su espalda chocó contra los cubículos del baño, incapaz de apartar la mirada del espejo.»Gianna, ¿eres tú? —insistió la voz.Gianna abrió la boca, lista para gritar, pero el sonido no salió. Su mente era un caos. ¿Cómo llamaba a Darragh a través de su vínculo? ¿Solo debía pensarlo o hacer algo más? ¡No lo recordaba! El terror nublaba su juicio, paralizándola.El reflejo colocó las manos sobre el cristal, revelando unas palmas ásperas y llenas de cayos, como las suyas. ¡Era ella! Pero… ¿cómo era posible?»Gianna, escúchame, por favor —pidió la mujer en el espejo, su expresión una mezcla de urgencia y miedo—. ¡Tienen que escapar! ¿Entiendes? ¡No pueden celebrar la boda!La pelirroja quiso responder, pero sus labios temblorosos se lo impidieron. Miró detenidamente a la figura en el espejo: tenía el mism
Gianna cayó inconsciente tras el terrorífico episodio en el baño, y ahora se encontraba en el hospital, bajo la atenta vigilancia de médicos que no lograban explicar cómo se había ocasionado una herida tan profunda. Sin lugar a dudas, había sido provocada por un látigo de cuero, pero… ¿de dónde había salido si no había ninguno cerca?Darragh observaba a Gianna desde la ventana de la habitación. Intentó buscar respuestas en su mente a través del vínculo que compartían, pero fue inútil. Era como si el cerebro de Gianna estuviera apagado, sumido en un silencio absoluto que lo llenaba de desesperación. Se quedó ahí, inmóvil, con los puños apretados, tratando de encontrar una explicación mientras la impotencia lo consumía.Gianna descansaba de costado sobre la cama, con la espalda descubierta y un vendaje grueso que cubría la herida. La hemorragia había sido difícil de detener; de no ser por su condición de licántropo, probablemente habría muerto. El pensamiento hizo que un escalofrío reco
Gianna se agazapó detrás de un arbusto, con la mirada fija en la enorme casa frente a ella. Era la misma que se alzaba no muy lejos del hogar donde había vivido con su madre. Su primera reacción fue preguntarse qué hacía allí. Minutos antes estaba en el baño del penthouse, pero ahora… cuando bajó la vista hacia sus manos, notó que eran pequeñas. Manos de una niña.Con el corazón acelerado, palpó su rostro y descubrió que tampoco correspondía al de la adulta que era. ¡Se había convertido en una niña pequeña!Se puso de pie con torpeza, sus movimientos inseguros por el desconcierto. Miró alrededor, y los recuerdos comenzaron a mezclarse, bailando como sombras difusas en su mente. Reconocía el lugar. Había vivido cerca de allí cuando era niña. Pero, ¿por qué estaba allí de nuevo?La única explicación que se le ocurrió fue que estaba soñando.—¿Qué haces aquí? —bramó una voz juvenil con un tono arisco que la hizo saltar del susto—. ¡Las perras como tú tienen su perrera al fondo del bosque
Gianna necesitó un momento para calmarse antes de compartir con Darragh y William lo que había soñado. Bebió un poco de agua, una enfermera revisó su herida y también aprovechó para pedir algo de comer. Aleksi y Harry también estaban en la habitación, pero se mantenían a una distancia prudente para no abrumarla.Por su parte, Darragh y William permanecían cerca de la cama, observándola con atención, sus rostros cargados de preocupación.Gianna no podía evitar sentirse extraña con tanta atención encima. Notó algo peculiar: William parecía mucho más enfocado en ella que Aleksi o Harry. Por un momento, pensó que tal vez los celos de Darragh hacia el vampiro no eran del todo infundados.William captó su inquietud al instante. Sin decir nada, se apartó de la cama y caminó hacia la ventana trasera de la habitación, desde donde se podía ver el estacionamiento iluminado por luces amarillentas.Darragh siguió la escena con la mirada. Aunque estaba seguro del amor de Gianna, no pudo evitar sen
William respiró hondo antes de explicarle a Gianna cómo podría acceder a los recuerdos de su pasado:—Existen dos formas. En una, terminaré decapitado; en la otra, quizá solo sin un brazo. Y aunque quedarse sin un brazo parezca insignificante, la verdad es que tardan mucho tiempo en volver a crecer.Gianna frunció el entrecejo, ladeó la cabeza con una expresión incrédula y dijo:—No estoy entendiendo...William resumió con un gesto de resignación:—Tu mate se enfurecerá en cualquiera de las dos formas, pero en una más que en la otra.—Tienes que ser más específico.El vampiro suspiró, esforzándose por mantener la calma. Su mente bullía de nerviosismo, aunque su cuerpo no lo mostraba: dejó de parpadear y de respirar, eliminando cualquier indicio de humanidad. No quería que la loba percibiera su ansiedad, sobre todo porque sabía que estaba irremediablemente enamorada de otro.«Qué idiota eres, William. Miles de años, y te encuentras en esta situación», se recriminó en silencio. Finalmen
—¡¿Qué demonios pasa?! —rugió William.Su voz resonó como un trueno en la habitación.Beth dio un brinco del susto, congelándose al cruzar la mirada con los ojos carmesí del vampiro y su rostro inhumano. La bandeja de comida estaba abollada y tirada en el suelo, ¿en serio acababa de golpear a William con ella?Y como si eso no fuera suficiente para el vampiro, ahora había gelatina esparcida sobre la camisa que claramente pertenecía al siglo XVIII, ¡no era un simple disfraz!Kilian, que estaba a un lado sosteniendo el portabebés con Finnian pataleando felizmente, tuvo que cubrirse la boca para reprimir la carcajada. Ver al vampiro desplomado fuera de la cama había sido demasiado.—Que conste en acta que intenté detenerla —dijo Kilian, alzando una ceja mientras Beth intentaba esconderse, casi pegándose a su espalda—, pero admito que fue… una escena peculiar.Los rasgos inhumanos de William comenzaron a desvanecerse, y poco a poco recuperó su apariencia habitual bajo la mirada atenta de
Darragh había aprendido que alegrar a su Luna no era tarea sencilla. Con cualquier otra mujer bastarían rosas, joyas o ropa para arrancar una sonrisa, pero con Gianna, esas superficialidades no tenían peso alguno. La única forma de enmendar sus errores era un proceso lento, uno en el que ella tendría que decidir perdonarlo. Aun así, el lobo sabía que los acontecimientos recientes jugaban a su favor, empujándolos en la misma dirección.Esa mañana, William le había confesado que había estado dentro de la mente de Gianna. Por supuesto, la primera reacción de Darragh fue querer arrancarle la cabeza, pero tuvo la suficiente contención para escuchar toda la historia antes de deshacerse de su aliado. Fue así como descubrió la existencia del muro que bloqueaba los recuerdos de su Luna.El vampiro le explicó que el lobo podría localizarlo, siempre y cuando se concentrara de la forma correcta. Darragh siguió las instrucciones al pie de la letra, pero no como William lo había sugerido. En su lu
Gianna bajó de la camioneta, pero sus rodillas flaquearon al enfrentarse a la escena. Aquella casa, que ya le había parecido en pésimas condiciones la primera vez que la vio, ahora era poco más que un esqueleto consumido por las llamas. Las paredes ennegrecidas se alzaban de forma precaria, y el interior no era más que un mar de cenizas.El aire estaba impregnado de un aroma inconfundible: muerte. Se extendía por el césped quemado, trepaba por los árboles circundantes y se aferraba a la piel como una sombra persistente.—Sucedió hace dos lunas —informó Harry. Había liderado a los exploradores que encontraron la casa en ese estado—. La oráculo está en la parte trasera.Darragh colocó una mano firme sobre el hombro de Gianna, un gesto breve pero reconfortante, antes de avanzar en compañía de Aleksi y Kilian.Gianna permaneció donde estaba, incapaz de moverse. La última vez que había estado allí, hacía apenas unos meses, no podía imaginar cuánto cambiaría su vida desde entonces, ni todo