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La bofetada que mi madre me ha dado me ha dejado de piedra, por lo que me cuesta reaccionar.

Ella jamás me había puesto una mano encima, ni de niño, mucho menos de adulto.

–Mamá… ¿Por qué…? –

–¡Cómo te atreves a preguntar! –exclama con furia –No recuerdo haber criado a un patán –me escupe con evidente desprecio –Y tú –dice apretando los dientes al mismo tiempo que se dirige a Danielle

–Tía Lydia…–

–De tu madre habría esperado cualquier cosa, esa mujer tiene el alma negra, pero tú…–

–Tía, lo siento, pero no puedo permitir que te…–

Sin esperarlo, y sin si quiera tener tiempo para evitarlo, mi madre abofetea a Danielle con tal fuerza, que le deja una marca roja en la mejilla.

–Cuando yo esté hablando, tu te callas y escuchas ¿entendiste? –

Aturdida, Danielle asiente torpemente al tiempo que se sujeta la mejilla marcada.

–Pensé que todo cambiaría con la llegada de Raine, que aprenderías algo de amor propio y renunciarías a esta absurda obsesión que tienes con Cole, pero al parecer, t