Un gran bostezo escapa de los labios de Melina cuando el auto se detiene en un semáforo. Se obliga a abrir los ojos mientras sus párpados caen solos. No entiendo. Acabo de despertarme hace unos minutos. ¿Cómo puedo volver a tener sueño? Melina mira por la ventana, parpadeando para ahuyentar el sueño, cuando ve que se han detenido no muy lejos de una farmacia. Melina recuerda que necesita tampones. Iba a pedirle a Thomas que lo recogiera mañana por la mañana, pero ha comenzado a manchar, por lo que sería más seguro hacerlo ahora. No está segura de cuándo comenzará su período. Melina respira hondo y se acerca a Thomas para preguntarle si pueden pasar por la farmacia para comprar unos tampones.
—Thomas, ¿puedo pedir algo?
Thomas no suelta la mano de Melina en el camino a casa. Ella desearía que lo hiciera, ya que la sangre les está poniendo las manos pegajosas. Aclarándose la garganta, ella lo mira y se lo cuenta.—Oh, lo olvidé por completo—dice, soltando su mano.—Gracias—dice Melina, mirando su palma llena de sangre de Xiao Zhan. Gracias a Dios que todavía está vivo; incluso las manos de Thomas están tan ensangrentadas.—Toma—
Melina llama suavemente a la puerta de Franky y espera ansiosa que le abra. Franky jadea en el momento en que abre la puerta. Mira a Melina como si fuera un fantasma frente a ella. Melina sonríe y la acerca para abrazarla. Franky duda en devolverle el abrazo a Melina por un segundo, pero rápidamente la abraza y le devuelve la vida. Las lágrimas llenan los ojos de Melina cuando percibe el aroma de Franky, que le recuerda a su hogar. Melina ha extrañado mucho a su hermana. Desea no tener que separarse nunca de ella.—Déjame echarte un vistazo—dice Franky, alejándose de Melina. Ella da un paso atrás y la escanea de pies a cabeza—. Gracias a Dios que es
Melina entra al restaurante con Thomas detrás de ella. Se dirigen al cajero para hacer su pedido.—¿Qué puedo ofrecerle hoy, señora?—pregunta la joven.—Tomaré papas fritas grandes, dos hamburguesas dobles con queso, nuggets, pollo con palomitas de maíz, cuatro alitas y un batido de vainilla—dice Melina, y el lugar se queda en silencio. Mira a su alrededor, desconcertada de por qué todos la miran como si acabara de pedir comida para cinco personas.—Eso es mucho lo que p
—Ciao Tom—saluda Aurora, abrazando a Thomas una vez que llega a su mesa.—¿Cómo estás, Aurora?—Thomas le besa las mejillas antes de tomar asiento frente a ella.—¿Bien, y usted?—Estoy bien. ¿Has comido?—Thomas le hace señas a un mesero, que está parado cerca de su mesa.— THOMASThomas se quita la chaqueta de su traje Hermes y la arroja sobre el sofá. Camina hacia el bar y se sirve un trago. Thomas le hace un gesto al hombre que parece que está a punto de orinarse en los pantalones para que se acerque a él. El hombre tiembla de miedo mientras se acerca a Thomas. Thomas da un sorbo a su whisky escocés antes de buscar un cigarrillo en su bolsillo trasero.—Enciéndemelo, Alberto—dice Thomas, extendiendo su cigarrillo, pero el hombre no puede hacerlo porque no para de temblar.—No te preocupes, puedo hacerlo yo mismo—CAPÍTULO TREINTA Y SIETE
Melina se baja del taburete de la cocina tragando un nudo en la garganta. Ella mira a James y se da cuenta de que está vestida con el traje de Givenchy que le compró antes de que se separaran. Eso no podía ser una buena señal.—James, ¿qué estás haciendo aquí?—Escuché que estabas en la ciudad, así que pensé en pasar y saludarte—dice James, acercándose a Melina, percibiendo su olor flotando a través de su nariz. El cerebro de Melina recuerda de inmediato cómo olería a él durante días, a pesar de hacer todo lo posible para eliminar su olor de su cuerpo. Las lágrimas b
Melina se despierta con un dolor de cabeza insoportable y una quemadura en la mejilla izquierda. Mira a su alrededor y se encuentra en una habitación con poca luz, en una cama en la que no recuerda haberse subido. Melina recuerda haberse quedado dormida en la camioneta pero no tiene idea de cómo llegó aquí. Deben haberla trasladado a este lugar.—Franky—llama Melina, pero no recibe respuesta. Se levanta de la cama y alcanza la pared de la habitación con las manos. Golpeando su pie con algo duro, se agacha para frotarlo cuando las luces de la habitación se encienden de repente. Cierra los ojos cuando el brillo repentino la ciega. Abriendo lentamente los ojos, Melina trata de adaptarse a la luz.
Cuando le lanzan el primer puñetazo en la barriga, Melina ni siquiera finge que no le duele. Gritando a todo pulmón cuando sus nudillos con anillos de hierro golpean su estómago, Melina se encorva hacia adelante, forzando su estómago hacia adentro mientras sus costillas arden; su rostro se vuelve hacia atrás cuando James le golpea la barbilla.—James, por favor, te lo ruego...—Las palabras de Melina se ahogan en su garganta cuando James le da un puñetazo en la cara. Un dolor punzante atraviesa la nariz de Melina mientras se parte en dos. Melina prueba el metal en su boca mientras la sangre brota de su nariz.—Me pregunto si todavía te amar&aa