Capítulo 27: Una mujer que ama las novelas

Al llegar al subterráneo, Max le deja el paso libre a Giselle para que salga. Ella camina mirando a todos lados, buscando al chofer que la lleva, pero no lo encuentra. Va a enviarle un mensaje, pero Max la detiene.

—Yo te llevaré.

Ella asiente y caminan juntos al auto de Max, que hoy no es el convertible. Le abre la puerta del copiloto y la ayuda a subir, porque es un poco alto. Rodea el auto con gracia, soltando los botones de su saco, se lo quita antes de subirse y se sube las mangas.

Cuando se sienta frente al volante, se quita la corbata y se afloja dos botones de la camisa, obligando a Giselle a mirar por la ventana.

—Chica del choque, eres la encargada de la música.

—Mejor no, mis gustos son un tanto ruidosos y no creo que sean de tu gusto.

—Tú elige, que yo no me quejo, a mí me gusta la música, sea cual sea.

—Luego no te quejes —conecta su telé

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