Todos los días, fingía estar enfadada y le seguía en silencio cuando se iba. La mayoría de las veces, acudía a sus subordinados para que le informaran sobre Hank, del edificio en el que yo había estado antes. De vez en cuando, iba a la comisaría con Martin. Durante los días siguientes no ocurrió n
Guardé las dos fotos en el álbum, luego puse el teléfono en silencio y lo ignoré.Si no hubiera sido por la vida de mis amigos, habría estado más dispuesta a creer que esas dos fotos eran reales. Al fin y al cabo, era mi padre, un familiar que había estado a mi lado desde que tenía uso de razón.Aún
"De acuerdo, pregunta lo que quieras". Se cruzó de brazos y volvió a sentarse en el sofá con expresión fría."Hoy te he visto contactar con la guardia de mi padre. ¿Por qué?""¿Me has seguido?" Se dio cuenta de algo por mis palabras y su expresión se volvió extremadamente feroz. "Sí, porque no quie
En sólo unos segundos, Irene ya había escupido varias bocanadas de sangre. La sangre, de un rojo intenso, goteaba por el suelo y manchaba también la ropa que llevaba. No pude evitar asustarme al ver que no parecía detenerse en absoluto."¿Qué ocurre? ¿Qué debo hacer? ¿Qué debo hacer?" Me asusté y mi
Pero enseguida me tranquilicé. Aunque no sabía por qué Edmond había cambiado de opinión de repente, me alegré de ver ese cambio y me olvidé al instante de hacer las maletas.Seguí a Edmond hasta la puerta. Caminó recto en dirección a mi manada del Bosque de Piedra y finalmente giró hacia una zona re
"Este lugar..." Miré el laboratorio asombrado. No podía imaginar que existiera un lugar así en la casa en la que había vivido desde mi infancia."¿No has querido siempre saber lo que te oculto? Aquí encontrarás la respuesta". Edmond se paró en la puerta y me miró con extrañeza.Asentí y empecé a ins
Abrí lentamente los ojos. Una gran tristeza manchaba mi corazón. Volví a mi forma humana y sujeté la cabeza del lobo con ambas manos mientras lloraba incontrolablemente. "Lo siento, de verdad que lo siento. Edmond, en realidad te olvidé".Edmond susurró: "Ari mío, te acuerdas de mí". Me lamió suavem
"Espera..." Intenté detener a Edmond, pero descubrí que mi voz era sorprendentemente ronca y que tenía la boca llena del sabor amargo de la medicina.Al oír mi voz, Edmond se volvió para mirarme. Pude ver en su mirada que aún se preocupaba por mí. Pensé que se acercaría, me quitaría los grilletes y