—Esta bien, confiaré en ti—contesta Annie, aun dudosa, algo le dice que el presidente no está siendo sincero del todo—debemos irnos rápido, pronto vendrán por ti. Nos entregaron una droga para dormirte, ellos se encargarían de matarte.—¡Maldita sea! Juro que voy a atrapar a esos malnacidos y los refundiré en la cárcel. Se arrepentirán de haberse metido conmigo—exclama furioso.—Vámonos, no hay tiempo que perder—vuelve a repetir Annie. John la toma de la mano y se la lleva del lugar.Una vez afuera de la casa se siente muy extraño, hacía más de veinte días que no veía la luz del sol, por lo que cierra los ojos, muy molesto. Annie se da cuenta de su malestar, saca de su mochila unas gafas de sol y se las entrega.—¿Qué haces con gafas de sol en un lugar como este? —pregunta confundido, aun así las acepta y se las pone, sintiéndose un poco mejor.—Sabía que esto podía pasar.—Gracias, Annie. Eres más inteligente de lo que pensé.—Que haya tenido que dejar la escuela no significa que sea
Una vez dentro del hotel, los empleados de recepción le dan la llave magnética de la habitación presidencial, no sin antes sorprenderse por la aparición de John.—No sabe cuanto nos alegra que esté sano y salvo —manifiesta una de las recepcionistas. Mirando con curiosidad a la mujer que está al lado del presidente.—Muchas gracias, por favor suban comida a la habitación, estamos demasiado hambrientos—exclama, sin soltar el brazo de Annie, quien ya ha dejado de forcejear, porque estaba haciéndole daño.—Si, señor.John la arrastra hacia el ascensor y allí suben hasta el quinto piso, donde, con la ayuda de la llave magnética logra abrir la puerta e ingresa a la habitación, arrojando a Annie a un sofá cercano a la entrada.—No podrás escapar... Se abre solamente con la llave magnética. Te quedarás aquí y luego veré que hago contigo—pero Annie no puede escuchar nada de lo que dice, siente que su estómago comienza a dar vueltas y tiene deseos de vomitar, John se da cuenta de eso y la acomp
John corta la llamada con Max y decide llamar a la guardia presidencial, tiene un mal presentimiento de todo esto y no quiere volver a caer en una trampa, lo mejor es ir prevenido.—¿Qué sucede John? —pregunta Annie al verlo tan preocupado.—Vamos, tenemos que ir a un lugar —John la toma de la mano, ya sin violencia y la lleva hasta el auto que los espera fuera del hotel. Sin embargo el semblante de preocupación no se va de su rostro.—Tienes que decirme que esta pasando, John, ¿Acaso me llevaras a la cárcel?—pregunta confundida mirándolo a los ojos.—En su momento lo sabrás, no te preocupes —contesta John haciendo contacto visual con ella, sin poder dejar de mirar esos ojos celestes impresionantes. ¿En que diablos estas pensando, John? Se regaña a si mismo, hace unos momentos ella lo dejo muy en claro, podría ser su padre, tiene que dejar de pensar en ella como una mujer y darse cuenta de que solo es una niña a la que dobla en edad.Unos kilómetros después, un auto negro se les acerc
John toma a Annie en sus brazos, es tan pequeña y liviana que pesa muy poco. En ese momento, Max se acerca a ellos preocupado—John, por fin estás aquí... —al verla inconsciente siente una felicidad inexplicable, le hará sufrir en carne propia lo que hizo—Oh, pobrecita... ¿Esta bien? —pregunta fingiendo preocupación.—No lo se, Max. Su pulso esta normal, solo fue la impresión, supongo.—No es para menos, era su familia. Llevátela de aquí, me encargaré de ayudar a los vecinos a apagar el fuego.—Gracias, Max. Se que siempre puedo contar contigo. Por favor, cuando tengas información sobre los cuerpos llamame. Quisiera darle cristiana sepultura. Llevaré a Annie a descansar —maldita niña, piensa Max, ahora bajo la protección del presidente va a ser más difícil acabar con ella.John, con ella en brazos, se dirige hasta su auto. Allí la recuesta en la parte de atrás del vehículo para que pueda viajar cómoda hasta que recobre la consciencia.Después de una hora de viaje, finalmente llegan al
—¿A qué te refieres con qué no vaya a despertar? —pregunta John preocupado.—Puede ser el caso, tienes que hablar con ella, darle ánimo, decirle algo que la haga reaccionar—le aconseja Rob.—Lo intentaré... Malditos sean, juro que yo mismo los agarraré con mis propias manos, no se van a salir con las suyas. Se arrepentirán de haberse metido conmigo.—¿Quiénes son, John? —pregunta su amigo, jamás lo había visto tan enojado en su vida.—Esos miserables qué les pagaron para secuestrarme... Querían acabar conmigo, pero te juro que yo acabare con ellos.Al día siguiente John tiene muchas actividades presidenciales, incluida la conferencia de prensa hablando sobre su secuestro y enviándoles un mensaje de advertencia a sus secuestradores, diciéndoles que los atraparía y haría justicia. Mientras tanto, Max, escucha el discurso con una sonrisa en los labios, sabiendo que jamás lo haria, jamás John desconfiaría de su mejor amigo.Después de varias reuniones, de ir a su casa, darse una ducha y p
Al otro día, los análisis comenzaron a mejorar así que ya no era necesaria la internación, tomando unas vitaminas terminaría por recuperarse.John regresa a la clínica por ella, debe irse rápidamente, pero al menos quería llevarla a su nuevo hogar, momentáneo.Cuando Annie lo ve aparecer por la puerta debe contener sus deseos de abrazarlo, pero él se acerca a ella y la saluda con un beso en la mejilla.—Hola Annie —saluda sorprendido, jamás la había visto con ese semblante. Desde que la conoció su piel era pálida y tenía en su rostro marcas de cansancio, al parecer su anemia venía desde antes que se conocieran en el secuestro. Pero ahora, casi recuperada puede ver el color en su piel, y la sonrisa que se dibuja en su rostro, a pesar de la tristeza que debe inundar su alma—veo que has descansado, te ves mucho mejor que ayer.—Sí, hacía tiempo que no dormía de esta manera, ¿Tú has descansado? –pregunta mirándolo a los ojos.—Annie... —esa mirada, si supiera lo que ocasiona en él, no lo
—Estás cometiendo un error, John. Lo sabes, ¿Verdad? —comenta Max, furioso consigo mismo, debería haber acabado con esa estúpida antes, ahora con John en el medio, es imposible, su seguridad es implacable.—Lo se, Max, lo se... Pero no pude evitarlo —se culpa, debería recordar que es una niña, que esta muy lejos de su alcance.—John... Tú solo no te enamores ¿si? Acuéstate con ella, diviértete, y luego la mandas a casa.—Demasiado tarde, Max —confiesa, no sabe si es amor lo que siente por Annie, pero en este mes y medio que la conoce, no puede sacarla de su cabeza, durante sus actividades, se sorprende, a veces, pensando en ella pensando en lo que estará haciendo Annie, si esta bien... Sabe que es una locura, pero no puede evitarlo.—No me digas que... —exclama Max, sorprendido, abriendo sus ojos de par en par —¿Estás loco, verdad? Deberías ir a un psicólogo John, sufres de síndrome de Estocolmo, recuerda que fue uno de tus secuestradores... No puedes enamorarte de ella...—Tienes ra
Después de su reunión con Ron, John vuelve al hotel, entra a la habitación y se lleva una gran sorpresa al pasar por la puerta. El aroma que llega desde la cocina le hace gruñir el estómago, no se había dado cuenta del hambre que tenía, las actividades lo mantienen tan ocupado, que a veces se olvida de comer.En ese momento abre sus ojos, sorprendido, cuando ve aparecer a Annie, con un delantal y una hermosa sonrisa dibujada en su rostro. Se acerca a él, le quita el saco y lo ayuda a sentarse a la mesa—Annie... ¿Qué es todo esto? —pregunta sorprendido.—Ya lo veras, le falta muy poco... Oye no me habías dicho que la habitación seguía hacia la otra puerta y que además tenía una cocina inmensa.—No tuvimos mucho tiempo de hablar—exclama John.—Es verdad... —en ese momento siente un ruido en la cocina y sale corriendo. John se sorprende al ver con que delicadeza armo la mesa para dos, con los platos, los cubiertos apropiados, las copas de vino.Minutos después ve que Annie llega a la ha