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Capitulo 3: Vacaciones En Italia.

—Muy bien querida Abi, sabía que eras más inteligente que tu padre, no solamente eres bella, también eres un diamante en bruto.

—Hija no lo permitiré, es mi culpa, yo solucionaré esto—Pedro intenta persuadir a su hija sin éxito, sabe que cuando a Abi se le pone algo en la cabeza, es imposible convencerla de lo contrario, es testaruda igual que el.

—Ya cállate papá y escucha, esta empresa en un futuro me pertenecerá, tiene cientos de empleados, no permitiré, que por un error, todos queden en la calle.

—Pero el error fue mio, no puedes sacrificarte por mi culpa.

—Ya lo hice papá y espero que la próxima vez que pienses pedir un préstamo, al menos me lo consultes.

—Así se habla querida Abi, mi futura esposa, me encanta tu carácter, somos muy parecidos aunque no lo creas, bueno tengo muchas cosas que hacer, así que debo cortar, estoy yéndome a Italia por negócios, Abi, cuando regrese a España tu y yo nos veremos personalmente para firmar un contrato de matrimonio y ponernos de acuerdo para la fecha, quiero que sea lo más pronto posible.

—Muy bien señor Chiaraviglio, aceptaré casarme con usted, pero quiero pedirle un favor.

—Dime querida Abi, soy todo oídos.

—Por favor no me llame Abi. Para usted soy Abigail.

—Esta bien querida Abigail, nos veremos muy pronto, adiós futuro suegro —saluda Luca burlándose de Pedro, contento de salirse con la suya, cortando la llamada. Abi se sienta muy agotada en el sofá, con las manos en la cabeza y lágrimas en los ojos, no puede creer lo que acaba de hacer, acepto casarse con el mismísimo demonio.

—Hija por favor no puedo permitir esto, te pido que llamemos a Luca y le digas que rechazas la propuesta de matrimonio—Abi se levanta del sofa, le da un tierno beso a su padre y sale de la oficina sin decir nada.

Sube a su auto y después de unos minutos de no tener fuerzas para arrancar, finalmente se dirige a su casa.

Al llegar se encuentra con su madre, que ya había hablado con su padre e intenta disuadirla del matrimonio.

—Hija mía acabo de hablar con tu padre. No permitiremos que te sacrifiques por un error nuestro.

—Mamá, escucha, es la única posibilidad que tenemos no podemos perder todo, solamente será un año y luego seré libre nuevamente, debo hacerlo mamá, no puedo permitir que cientos de empleados se queden sin trabajo.

—Abi, hija, eres el tesoro más grande que tenemos, no queremos que sufras en las manos de Luca Chiaraviglio, es el frío, implacable, y tu eres todo lo contrario.

—Mamá tu debes apoyarme... Es lo único que podemos hacer, no te cierres como papá, además no creo que Luca Chiaraviglio sea un demonio realmente.

—¿Por qué lo dices hija? ¿Acaso lo conoces?

—No mamá, pero sabes que soy muy perceptiva, algo me dice que Luca Chiaraviglio no es el demonio que demuestra ser.

—Espero que estés en lo cierto y que el año que tengas que estar a su lado no sea el mismísimo infierno.

—Dejemos de hablar de él y ayúdame a empacar, me voy a Italia mamá, tengo mucho que pensar.

—¿Practicarás paracaidismo Abi? - sabe que cuando su hija viaja a Italia es para practicar sus deportes extremos, es lo único que despeja su mente, Abi ama la libertad y no puede creer, que por culpa de ellos, su hija se vaya a someter a un matrimonio por conveniencia.

—Si mamá, necesito paz y tranquilidad y sabes que solamente en el aire lo consigo.

—Ten mucho cuidado hija, por favor—Analia sufre cada vez que Abi se va a practicar esos deportes.

—No te preocupes mamá, lo tendré-manifiesta  Abi dándole un tierno beso a su madre, yéndose a su habitación.

Abi entra a su cuarto, toma su valija y con la ayuda de María, comienza a empacar.

—La vamos a extrañar mucho señorita Abi-dice la muchacha, mientras guarda unos vestidos en la valija.

—Yo también las voy a extrañar Maria —Abi es querida por las chicas de servicio, ella es muy buena y las trata de igual a igual.

—¿Es verdad que va a casarse?—pregunta con toda confianza.

—Si María, por eso necesito irme para pensar muy bien como será mi vida de hoy en adelante.

—¿Ira a practicar paracaidismo?

—Si ¿Por qué ?— pregunta Abi sorprendida.

—Por nada señorita, solamente... que es uno de mis sueños poder tirarme, algún día, en paracaídas—confiesa la muchacha.

—Maria, te prometo que el próximo viaje te llevo conmigo.

—Y yo estaré muy feliz de acompañarla

Una vez que terminan de empacar, se toma una ducha, come algo preparado por Maria y se despide de todos, menos de sus padres que la acompañan hasta el aeropuerto.

—Cuídate mucho hija, por favor - le dice su madre muy preocupada.

—Lo haré mamá, no te preocupes—la tranquiliza Abi, sabe que su mamá odia que practique los deportes extremos, sin embargo conoce, que teniendo buenos cuidados, son muy seguros.

—Hija disfruta del viaje y tomate estos días para pensar muy bien lo que vas a hacer, sabes que aun estas a tiempo de cancelar el matrimonio.

—Papá olvidate de eso, no lo haré, no me arrepiento de la decisión que tome.

—Pero amas la libertad Abi, no te imagino casada con ese hombre.

—Papá solamente es un año, piénsalo así, doce meses y podremos vivir felices para siempre.

—Eres testaruda igual que yo.

—Sabes que si. Los amo y no se preocupen más por mi, una vez que llegue a Italia me comunicaré con ustedes.

—Nosotros también te amamos hija, disfruta mucho de tus vacaciones.

—Gracias papis —dice Abi despidiéndose de sus padres con un beso a cada uno, se dirige hacia donde saldrá el avión, y los saluda , de lejos, con la mano.

Luego de entregar su boleto, finalmente ya está sentada en el área ejecutiva del avión, está bastante desocupada, mejor para ella así podrá dormir todo el viaje, si es que puede.

En ese momento un hombre llama poderosamente su atención, increíblemente guapo, con unos ojos azules que se clavan en los ojos verdes de ella, un tanto sorprendidos. No sabe porque su corazón comienza a latir con fuerzas cuando el desconocido se sienta a su lado. Su rostro es casi perfecto, su mandíbula, su barba apenas saliendo, lo que le da un toque de sensualidad, Dios mío que le pasa, parece una adolescente enamorada, el desconocido tiene unos ojos bastante cansados, como angustiados, pero una hermosa sonrisa en los labios, unos labios increíbles, carnosos, que no puede evitar mirar, sin embargo, la voz dulce del desconocido la saca de sus pensamientos.

—Hola señorita mucho gusto, mi nombre es Francesco Capelli —dice Luca, aun sorprendido, ocultando su verdadero identidad, a la mujer que será su futura esposa, quien evidentemente, no lo ha reconocido.

—Hola mucho gusto, mi nombre es Abigail Moreno - dice Abi brindándole la más dulce y tierna de las sonrisas, lo que hace que Luca pierda la cordura, por completo.

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