Capitulo 29.

Salí disparada de la casa de Francisco, él se quedó algo nervioso de que condujera en esas altas horas de la noche, esperaba que no me tratara diferente ahora que sabía mi estado.

Natalia no me quiso contar nada y me exigió que volviera en este mismo instante a nuestro apartamento, estaba histérica y bastante enojada.

Cuando abrí la puerta me la encontré parada en la concina con su bata, realmente parecía toda una señora de 40 y largos, tuve que contener la risa que me provocaran sus pintas, porque sabía que una Natalia enojada era de armas tomar.

¡Aquí estoy, en tiempo record! – le dije yo con una sonrisa.

Ella me miro sin decirme nada, se fue acercando lentamente hasta donde yo estaba con sus brazos en jarra frente

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