Capítulo 56: Ni con los ojos abiertos

Con la llegada de Luciano a la sala de juntas, la incomodidad se apodera de Mateo. Y su incomodidad hace que no termine de revelarme el nombre del accionista, tampoco le termina de contestar a Luciano. En un respiro, Ernesto está de regreso con nosotros argumentando que ya tienen que irse.

Con ello, ambos se despiden de mí volviendo a estrechar nuestras manos, y por igual tienen que hacerlo de Luciano. Con Ernesto el apretón de manos es normal, con Mateo no lo es. Veo que se la aprieta mucho, también veo que le dedica una mirada de amenaza que hasta a mí me da miedo. Luciano tenía ojos terroríficos cuando se lo proponía.

Al quedarnos los dos a solas, mi esposo no pierde tiempo en hablar.

—¿Qué fue eso Marianne? — pregunta mirándome con exigencia.

—¿Mi trabajo? — respondo viendo a los lados.

—No me parecía trabajo de lo que hablaban. Estaban muy cerca para considerarlo trabajo — comenta.

Puede que al querer sacarle información a Mateo me haya inclinado más a él, pero sus acusaciones so
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