Henry Goldberg
La doctora Hanson mira los resultados de los análisis que ha presentado de parte de Sebastian, puedo notar sorpresa cuando me mira, luego mira a Sebastian. Nancy se encontraba afuera del consultorio cuidando de los niños.
—La operación será el viernes, te daré las indicaciones que se debe seguir para antes de ello. —La doctora le entrega una documentación a Sebastian.
— ¿Sería todo? —pregunto a la doctora, ella asiente lentamente.
—Por el momento, los veo el viernes. —nos dice a ambos.
—Gracias. —nos despedimos, cuando vamos a salir, la doctora llama a mi hermano, ella se sonroja, eso me sorprende.
—Ve, ahorita te alcanzo. —dice Sebastian, asiento, arrugo mi ceño.
Cierro
Molly Goldberg Estoy sentada en la orilla de la cama de mi habitación, miro la puerta frente a mí, mis pensamientos se pierden en algún lugar, mi corazón agitado por la presencia de Henry, las palabras de Sebastian. Siento que todo se mueve debajo de mí, pienso en Noah. —Mi niño...—mis manos aprietan mis rodillas sin darme cuenta.—No te lo van a quitar, quita esos pensamientos de tu mente, Molly.—me repito a mí misma, tenía temor de la cercanía de Noah y Henry. Mucha. Y no entendía muy bien por qué. El toque de la puerta se escucha, salgo de mi trance y me enderezo, dejo mis manos en mi regazo. — ¿Quién? —digo un poco alto. —Yo.—es Sebastian. —Pasa.—se abre la puerta lentamente y veo
Henry Goldberg Las últimas semanas han sido un tornado, me sentía agotado mentalmente, es una incertidumbre cada día desde entonces, tenía esperanzas, muchas esperanzas de que Ev, mi pequeña Ev, recupere su salud; Acaricio la pequeña frente de Noah, lo tengo en mis brazos, sentado sobre mi regazo, sus largas pestañas adornan sus mejillas regordetas, dando un pequeño toque rosa, su cabello castaño lo tenía revuelto, pero lo más extraordinario, es verlo dormir, sus labios forman una "O". —Esa parte—escucho a Molly hablar en un tono bajo, mi mirada se queda en ella, sus ojos verdosos se quedan puestos en Noah.—Es una de mis favoritas, el verlo dormir. —Ahora se ha vuelto una de las mías—sonrío débilmente, ella no muestra algún gesto, regreso la mirada hacia el pequeño que duerme.—Es un niño...estupendo.—levanto mi mirada hacia ella,
Molly Goldberg Miro a Henry que comienza a moverse inquieto mientras tiene su cabeza recargada en el respaldo del gran sillón, suelta un quejido, me pongo de pie para despertarlo, él comienza a llorar, mi piel se eriza cuando suelta un desgarrador llanto, mis manos buscan despertarlo. — ¡No! ¡No! ¡Mi Evelyn no! ¡No! ¡No me la quites! —mi corazón se estremece al escucharle decir esas palabras. —Henry, Henry, despierta, es una pesadilla, despierta—pero no responde, sigue llorando dormido. —Por favor... no.…—susurra con dolor. — ¡Henry! —mis manos se van a sus hombros y lo sacudo, él despierta finalmente, está alertado, sus ojos mirana todos lados, me mira, su labio tiembla, su mirada es lejana.— ¿Henry? ¿Estás bien? Soy Molly, estabas teniendo una pesadill
Henry Goldberg Noah sigue dormido en mis brazos mientras camino de un lado a otro, cuando miro hacia Molly, tiene sus manos cubriendo su rostro, arrugo mi ceño, camino cerca de ella. — ¿Estás bien? —ella separa sus manos y me mira con mucha sorpresa, puedo notar palidez.— ¿Molly? —ella cierra sus ojos y luego asiente lentamente, al abrirlos se pone de pie. —Te voy a ayudar—pero niego. —Tu toma lugar, déjame hacerme cargo yo, ¿Si? —ella duda por un momento. —Bien, iré por un poco de café, en lo que viene la enfermera...—arruga su ceño por un momento—... ¿Viste a Nancy? —asiento. —Ha ido a la cafetería, hace un momento.—ella toma aire y luego lo suelta. —Bien, iré porcafé, ¿Quieres uno? —niego—Bu
Molly Goldberg Miro la familiaridad con la que la mujer se acerca a Henry, sigo avanzando con Noah y Nancy, siento algo en el centro de mi estómago, algo que no me gusta y que voy a ignorar por completo. — ¿Está bien señoraGoldberg? —dejo de buscar las llaves en mi bolso cuando levanto la mirada, ladeo mi rostro y Nancy sonríe corrigiéndose—Molly. —Sí, sí estoy bien—miro hacia el hospital, veo como la rubia y Henry siguen hablando dónde los he visto antes de llegar al auto. Él sale y camina en nuestra dirección, regreso la mirada inmediatamente a mi bolso en busca de las llaves y las encuentro, llega hasta nosotros. — ¿Quieren comer algo? —niego. —Gracias, pero iremos a casa a descansar, Noah necesita descansar...—Henry se tensa. —
Henry Goldberg —Aquí tiene señor Goldberg, es el reporte de la semana—Helen me entrega lo que le he pedido al llegar a la empresa, lo acepto. —Gracias, Helen—ella se gira hacia la salida, pero la detengo.—Helen...—ella se gira rápidamente. — ¿Si? —por un momento dudo. — ¿A qué hora sale a almorzar Molly? —ella piensa por un momento. —Pues casi nunca lo hace, a menos que sea con su hermano, o cuando viene el pequeño Noah con Nancy, pero cuando está sola, casi siempre come en su oficina a menos que...—detiene sus palabras. — ¿A menos qué? —pregunto intrigado. —Que el abogado White y ella salgan a almorzar.—mi estómago se hace nudo expandiéndose como una garra de fuego hasta llegar a mi
Molly Goldberg Cierro con fuerza la puerta de presidencia, tomo aire y lo suelto lentamente. Tenía que tranquilizarme antes de entrar de nuevo a mi oficina, Arvel espera. Camino hasta la oficina y antes de abrir, suelto un suspiro, pongo una sonrisa al entrar. —Disculpa por eso—le digo a Arvel, está de pie a lado de mi escritorio mirando el paisaje a lo lejos, se gira y sonríe. —No tienes por qué dar una disculpa, ¿Entonces? ¿Cenamos? —mi mano se queda en el respaldo de la silla dónde estaba él sentado anteriormente. —Claro. Solo dime la hora y el lugar.—él se sorprende a mi respuesta. —Me parece perfecto,—busca en el interior de su americana, teclea algo en su móvil, al terminar levanta su rostro en mi dirección.—Listo. &
Henry Goldberg — ¿Qué haces aquí, Goldberg?—dice Molly al verme en el reflejo del espejo, luce hermosa en ese conjunto negro y rojo, y la guinda del pastel sería sus labios color carmín, sus ojos verdosos se fijan en mí, cargados de ira, pero no me importa, escucharé a mi corazón. —Cuido lo que amo. —ella reacciona con sorpresa, se cruza de brazos y se gira, dejando su trasero en la orilla del lavamanos, insisto, luce hermosa. —Ojalá te ahogues con esas palabras—suelto una risa, sí que está encabronada. —Yo te lo dejé claro, no creo en las intenciones de ese abogado, mientras insistas en querer salir con él—hago comillas en el aire—Te voy a cuidar, quieras o no. —Creo que es demasiado tarde para eso, ¿No crees? —paso saliva con dureza. —Desde hace mucho y hasta hoy,