Emily Hanson
Siento como mi alma cae a mis pies, bajo de la camioneta blindada con un fuerte temblor, tengo a Evelyn colgada a mi cuerpo con fuerza, mis manos la sostienen con firmeza, no quería que me viera asustada, no confiaba en nadie para dejarla a cargo cuando recibí la llamada de que Sebastian estaba grave en el hospital. No sé cómo tenía la fuerza para mantenerme de pie ante esta situación. El amargo sabor del pánico aun lo tenía en mi boca.
El jefe de seguridad de Sebastian junto con otro grupo de hombres me escoltan al interior del hospital, llegamos al piso dónde lo están atendiendo, intento buscar información, pero me dicen que aún no la tienen, me siento en la sala de espera, rodeo a Evelyn, está callada, es como si estuviera al tanto de la situación de su padre, la abrazo a mí
Emily Hanson Las puertas del elevador se abrieron ante mí, estoy decidida a lograr que Sebastian sea operado por el mejor doctor. Apreté mis dientes con fuerza, tomo aire y lo suelto lentamente. —Señorita Hanson—el hombre de seguridad me saluda, hago un movimiento de barbilla en respuesta. —¿Y mi padre? —el hombre me mira, sé qué debe de estar al tanto de la situación. —En su despacho, me dejó dicho que cuando llegara usted la llevara ante él. Estoy a punto de cruzar esa delgada y fina línea entre mi familia y yo, hace años atrás lo había hecho cuando su poder estaba encima de mí, aplastándome al grado de asfixiarme, había alzado la voz, había sido
Sebastian Goldberg He despertado hace unos minutos, estoy entendiendo lo que está pasando a mi alrededor, los últimos recuerdos son cuando estaba en la camioneta, luego vi y sentí como estaba siendo arrastrado, voces a lo lejos, luego solo oscuridad y frío. —Sus signos vitales se han establecido. —escucho a lo lejos, parpadeo lentamente, intentando adaptarme a la luz de la habitación. —Solo esperaremos a que despierte, la enfermera del turno de la noche, revisará las heridas y las limpiará. —Gracias, doctor Monroe. —es Henry, hago otro intento por despertar, abro los ojos de nuevo, pero los parpados me pesan, escucho la puerta cerrarse y luego murmuro. —Tranquilo, despertará, hay que esperar, amor. —Es Molly.&
Sebastian Goldberg Yvan se retira, estoy inquieto, demasiado, el dolor llega haciendo que cierre los ojos con fuerza, minutos después, entra la enfermera, me pone medicamento para calmar el dolor, poco a poco cierro mis ojos, el rostro de Emily aparece, sus labios rojos, sus ojos, su piel, su cabello rizado, toda ella está en mi mente. —Em…Emily, espérame. —poco a poco me siento adormilado. —Voy…voy…por ti. —la oscuridad me envuelve por completo, pensando en lo que me ha informado Yvan. La policía estuvo por más de una hora haciendo preguntas, preguntando si tenía enemigos que quisieran hacerme daño, había respondido que, según yo, nadie, al final, se estaba investigando el atentado. Me había quejado con Henry acerca del blindaje del auto, me ha
Sebastian Goldberg —¿A dónde? —pregunta Henry del otro lado de la línea. —No puedo decirte. —se escucha cuando maldice entre dientes. —Necesito saber que te vas a cuidar, recuerda, tienes una hija por quién cuidarte y regresar. —Lo sé, estaré mañana por la mañana de regreso en el hospital. —Bien, cuídate mucho por favor, no quiero más sustos. —Gracias, Henry, cuida mucho a mi hija. —Lo haré, repórtate cuando puedas. —después nos despedimos, corto la llamada y suelto una maldición, siento una punzada de dolor. —¿Está bien, señ
Emily Hanson El tiempo se detiene. Veo como Sebastian me mira al decirle que seremos más familia, él sonríe, sus lágrimas caen por sus mejillas, se lleva sus dedos para apretar el puente de su nariz, al retirarlos, tira de mi mano que descansa en su costado sano, su brazo me rodea y me pega a su cuerpo, con cuidado pongo mi rostro en su pecho. —Dios mío…—susurra, luego un silencio se hace entre los dos, su cuerpo comienza a temblar, me separo y lo veo llorar como nunca lo había visto. Llora de una manera que me conmueve hasta cada rincón de mi ser. —Seré padre de nuevo…—sonríe con las lágrimas cayendo en cascadas por sus mejillas, le ayudo a sentarse en la tapadera del váter, me siento sobre mis talones y atrapo su rostro con mis manos. —Cas&ea
Emily Goldberg —Sebastian Goldberg, aceptas a Emily Hanson como tu esposa…—miro a Sebastian quien escucha atentamente, muchas emociones me invaden, me paso de nuevo el pañuelo para limpiar las lágrimas que no dejaban de caer. —Acepto. —dice él, cierro los ojos, al abrirlos el ministro ha hecho su pregunta. —Acepto…—no dejo de mirar el rostro del hombre con el que pasaré el resto de mi vida, su mano la pone en mi vientre. —Para siempre…—susurra él. —Los declaro marido y mujer…—dice el padre y el ministro al mismo tiempo. Sebastian con cuidado se mueve y con su brazo sano, la pone en mi cintura para acercarme. —Ahora eres mi señora
Sebastian Goldberg Había regresado al hospital por orden de Emily, necesitaba que sanara por completo, una semana después, con indicaciones de no hacer mucho esfuerzo, finalmente estaba en casa. El padre de Emily, había sido encarcelado por muchos años, con tantas pruebas, le habían dado más de veinte años en prisión, aunque sé qué lo hizo para hacer justicia, sé qué enterarse como era su padre, le afectó, sé que se hace la fuerte, pero no lo muestra delante de mí. Henry y Molly, habían regresado a ocupar sus puestos a la empresa, yo, tenía que guardar reposo durante unas semanas más. —Cariño, —levanto la mirada hacia a Emily que viene entrando a la estancia, estaba sentado en el gran sillón, Evelyn estaba sentada
Sebastian Goldberg Llego a mi despacho, me retiro la pluma y la pongo entre los lápices en el vaso de cartón que Evelyn me pintó con sopa cruda y crayones, sonrío al ver su obra de arte para papá.Después de unos momentos más, se abre la puerta y aparece Vivian, al verla, mi estómago se contrae, el saber que podría ser ella la asesina de Pharell me hace hervir la sangra. —Sebastian. —saluda, me acerco e intento mostrar calma. —Vivian, —le acepto el saludo de beso de mejilla—¿Qué te trae por aquí? —ella se gira y me presenta al hombre de traje con maletín. —Es uno de mis abogados. —alzo mis cejas, acerté al imaginar que vendría con él. &