Capitulo 20

Toma asiento y me mira a través de ojos color avellana pétreos. -Abre la puerta.-

-¿Qué?-

Señala la entrada. -La puerta.-

Mis labios se tensan con molestia. Nunca me acostumbraré a ese tono condescendiente suyo. Pisoteando hacia la puerta, la abro. ¿Feliz?

Señala la silla. Sin buenos días. No '¿cómo va tu día?' Nada.

No es como si esperara que hiciera una pequeña charla, pero señalar la silla como si fuera un perro que se mueve cuando él lo ordena no va a funcionar.

sigo de pie. -¿Qué te gustaria discutir?-

No me presiona para que me siente. En cambio, abre una carpeta y la hojea. Lo observo, odiándome por darme cuenta de lo bien que se ve con lentes. Se posan en el borde de su nariz recta, suavizando su carisma mortal.

Lleva una camisa sencilla abotonada con las mangas arremangadas en los puños. Exponen sus fuertes antebrazos y las gruesas venas que bajan hasta manos gigantes.

Realmente, realmente apesta que sea tan hermoso.

Ni siquiera puedo odiarlo en paz.

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