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Sus brazos aún rodeaban el cuerpo de ella cuando lo besó. Vivienne lo miró fijamente, sus ojos azules transmitían la misma intensidad que la mirada de Vittorio mientras la abrazaba. Se sentía mareada, quizá demasiado borracha por todas las copas que había tomado antes y con Matthew apenas unos minutos antes. - ¿Qué hacéis aquí? - preguntó confundida, aunque seguía abrazada a él. - ¿Cómo me has encontrado?Vittorio la mira, llevándose la mano derecha a la mejilla y acariciándosela mientras la sujeta por la nuca, manteniéndola firmemente agarrada.- Oí la voz de Anna de fondo cuando te llamé. - Respondió él, sosteniéndole la cabeza y mirándole. - Entonces le pedí a Marco que averiguara dónde estabas.Ella agrandó los ojos, ahora todo tenía sentido. Cómo Marco había encontrado allí a Annabelle con tanta facilidad y cómo, en cierto modo, Vittorio la había seguido hasta allí incluso cuando ella le había pedido que se mantuviera alejado.Por un momento se le pasó por la cabeza si había v
La luz entraba débilmente por las cortinas cuando Viv se despertó con la cabeza palpitante. Se incorporó con dificultad, con la cabeza mareada mientras la resaca le daba violentas señales de que no la abandonaría aquel día.Estaba en su propia habitación, reconocía los colores claros y todas las fotos esparcidas. No estaba segura de cómo había llegado a casa, sólo tenía recuerdos de la noche anterior mientras la seguían Vittorio y Matthew.Al mirar bajo las sábanas, se dio cuenta de que llevaba un pijama de seda y bragas.Fue entonces cuando se dio cuenta del ruido de la ducha en el cuarto de baño cercano. Inquieta, se pregunta quién se estará duchando. ¿Sería Matthew o Vittorio?Viv se estiró en la mesilla de noche, cogió el móvil y miró la hora. Ya eran más de las diez de la mañana. Por suerte, era sábado y tenía el día libre.No recordaba la última vez que había tenido una resaca así.Abrió rápidamente la conversación con Anna, preguntándole quién la había traído a casa, pero an
En los días que pasaron, Vivienne evitó profundizar en el contacto tanto con Vittorio como con Matthew. El italiano le enviaba flores todos los días, que llegaban a su piso justo cuando ella estaba a punto de salir para la oficina. Algunos días, su piso estaba cubierto de rosas de todos los colores. Aquella tarde, estaba sentada en su salón enviando algunos casos recurrentes de sus otros clientes cuando Angélica entró trayéndole un sobre dorado y colocándolo sobre la mesa.- Esto acaba de llegar, señorita St James. respondió la secretaria con una sonrisa curiosa.- Ya sabes que puedes llamarme Vivienne, Angélica. - La rubia la reprendió sutilmente. - Trabajas aquí desde hace mucho tiempo y ya hemos bebido juntas antes. - Le contestó guiñándole un ojo.La rubia miró el sobre y lo abrió.Era el acto de la fundación a la que su familia había servido durante siglos. Al leerlo, se le hizo un nudo en la garganta al ver que su abuelo sería el principal homenajeado.No pudo evitar una sonr
- Siéntate. - Le pregunta mirándola serio y enfadado. - Por favor, siéntate.- Antes de que empieces a sermonearme, deja que te explique, ¿vale? - Dice ella mirándole fijamente, negándose a sentarse.- Sé que Nicola es tu hijo, que quieres lo mejor para él. Pero encerrarlo en estas condiciones no ayudará a su desarrollo, Vitto. - Explica ella. - Es un chico excepcional y merece la mejor educación, merece desarrollarse y estar con niños como él. Vitto la escucha en silencio, con los brazos cruzados sobre el pecho.- Yo fui a St Julius, y mis hermanas también. A Sierra le mejoraron el desarrollo. Me preocupo por Nicola, sobre todo por su educación y su bienestar, y Vittorio se sentía tan a gusto allí que había que ver.....El hombre suspira cansado.- No vas a rendirte, ¿verdad? - le pregunta levantando una ceja.- No me voy a rendir. Quiero a ese chico. - responde ella con sinceridad. - ¿Y eso por qué? - pregunta él, curioso.- Me recuerda a alguien que conocí cuando era niña. - repli
- ¿Vivienne? sonó la voz de Angélica, despertando a la rubia de su breve trance. Estaba absorta en sus pensamientos y en la última vez que había visto a Vittorio, cuando habían echado un delicioso polvo en su despacho.Vivienne estaba dispuesta a vivir aquella aventura con él, al menos por el momento. No podía negar lo mucho que aquel hombre la volvía loca en todos los sentidos, y rendirse a su control en la cama no estaría tan mal.- ¿Viv? - volvió a gritar Angélica.- Lo siento, estaba distraída. - Dijo el abogado, notando unas carpetas en las manos de Angélica.- ¿Qué son? - Preguntó con curiosidad.- Son los expedientes que me pidió. - explicó Angélica. - Del señor St James. Viv la miró sorprendida, Angélica lo había conseguido.- Muchas gracias, Angélica. Puedes dejarlos ahí arriba. - pidió Viv y Angélica obedeció, dejando los expedientes sobre su escritorio. Vivienne se levantó, cerró la puerta del despacho y se dedicó a los archivos.Permaneció allí durante horas, revisando
- ¿Dónde estamos? - preguntó Sierra con curiosidad cuando por fin se detuvo frente a una casa.Era un domingo tranquilo y Vivienne había decidido pasear por el barrio con su hermana pequeña para tomar un café cuando acabaron delante de la casa de Vittorio.- Quiero presentarte a alguien. - replicó Viv, volviéndose hacia la menor-. - Es un niño muy simpático, el hijo de mi cliente, y tiene el mismo coeficiente intelectual que tú.- Ah, ya veo. - sonrió Sierra. - Quieres que sea tu conejillo de indias de una persona que consigue vivir plenamente a pesar de ser excepcional. - Dijo con suspicacia.Viv le guiñó un ojo, cogió a su hermana por los hombros y le besó la frente.- Quiero que vea que puede tener una vida normal, aunque su padre no piense lo mismo. - le explicó. - Que puede ser magnífico como mi hermana pequeña.- Claro que sí. - Sierra contestó por fin cuando Vivienne pulsó el timbre. Un minuto después, Enzo abrió la puerta principal, sonriendo a Vivienne.- Buenos días, Enzo. -
Vivienne estaba en su antigua habitación del piso de sus padres mientras la peluquera le arreglaba sus mechones dorados con ondas laterales.El teléfono sonó sobre la mesa y se estiró para contestarlo en cuanto vio la foto de Vittorio en la pantalla.- Ciao, Principessa. - Sonó su voz en el altavoz. - ¿Está ocupado?- Buenas tardes, señor Gotti. - Contestó ella, conteniendo una sonrisa. - Está en el altavoz.- Entonces no podré decirle lo que me gustaría hacer con usted en este momento. - Se burló de ella, provocando las risas de la peluquera y la maquilladora.- ¿Qué necesitas, Vitto? - Preguntó la rubia, intentando que cambiara de tema.- Me gustaría llevarte al baile esta noche, como hacéis los americanos en el colegio. Viv se rió, moviendo la cabeza negativamente.- ¿También vas a comprarme un ramillete? - preguntó divertida.- En realidad estaba pensando en diamantes. - replicó él, burlándose de ella.- Voy con mis padres, Vittorio. Ya estoy en su casa, va toda la familia. - Cont
En cuanto vio a Vittorio, Viv no pudo evitar que su corazón se acelerara. Estaba absurdamente guapo con smoking negro y pajarita, el pelo peinado hacia atrás y la mano tatuada en el bolsillo. - Viv, ¡espera! - la llamó Matthew.Pero ella no esperó, sino que se dirigió en dirección a Vittorio, que miraba amenazador a Matthew, quien a su vez se rindió dándose la vuelta, sólo para ser interceptado por Emily, que le saltó al cuello y lo abrazó. Vivienne se encontró cara a cara con Vittorio, que le dedicó una media sonrisa mientras la miraba de arriba abajo.- Está usted preciosa, Principessa. - susurró, pasándole el brazo por la cintura y buscando su cuerpo en un abrazo-.- Gracias, señor Gotti. - Respondió ella, oliendo su perfume. - Usted también está preciosa.- ¿Qué quería ese imbécil? - preguntó Vittorio en un susurro junto a su oído, manteniendo la mirada fija en Matthew, que los observaba a los dos.- Decir que yo era su mundo. - Respondió ella con franqueza.- ¿Y qué has dicho