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- ¿Vivienne? sonó la voz de Angélica, despertando a la rubia de su breve trance. Estaba absorta en sus pensamientos y en la última vez que había visto a Vittorio, cuando habían echado un delicioso polvo en su despacho.Vivienne estaba dispuesta a vivir aquella aventura con él, al menos por el momento. No podía negar lo mucho que aquel hombre la volvía loca en todos los sentidos, y rendirse a su control en la cama no estaría tan mal.- ¿Viv? - volvió a gritar Angélica.- Lo siento, estaba distraída. - Dijo el abogado, notando unas carpetas en las manos de Angélica.- ¿Qué son? - Preguntó con curiosidad.- Son los expedientes que me pidió. - explicó Angélica. - Del señor St James. Viv la miró sorprendida, Angélica lo había conseguido.- Muchas gracias, Angélica. Puedes dejarlos ahí arriba. - pidió Viv y Angélica obedeció, dejando los expedientes sobre su escritorio. Vivienne se levantó, cerró la puerta del despacho y se dedicó a los archivos.Permaneció allí durante horas, revisando
- ¿Dónde estamos? - preguntó Sierra con curiosidad cuando por fin se detuvo frente a una casa.Era un domingo tranquilo y Vivienne había decidido pasear por el barrio con su hermana pequeña para tomar un café cuando acabaron delante de la casa de Vittorio.- Quiero presentarte a alguien. - replicó Viv, volviéndose hacia la menor-. - Es un niño muy simpático, el hijo de mi cliente, y tiene el mismo coeficiente intelectual que tú.- Ah, ya veo. - sonrió Sierra. - Quieres que sea tu conejillo de indias de una persona que consigue vivir plenamente a pesar de ser excepcional. - Dijo con suspicacia.Viv le guiñó un ojo, cogió a su hermana por los hombros y le besó la frente.- Quiero que vea que puede tener una vida normal, aunque su padre no piense lo mismo. - le explicó. - Que puede ser magnífico como mi hermana pequeña.- Claro que sí. - Sierra contestó por fin cuando Vivienne pulsó el timbre. Un minuto después, Enzo abrió la puerta principal, sonriendo a Vivienne.- Buenos días, Enzo. -
Vivienne estaba en su antigua habitación del piso de sus padres mientras la peluquera le arreglaba sus mechones dorados con ondas laterales.El teléfono sonó sobre la mesa y se estiró para contestarlo en cuanto vio la foto de Vittorio en la pantalla.- Ciao, Principessa. - Sonó su voz en el altavoz. - ¿Está ocupado?- Buenas tardes, señor Gotti. - Contestó ella, conteniendo una sonrisa. - Está en el altavoz.- Entonces no podré decirle lo que me gustaría hacer con usted en este momento. - Se burló de ella, provocando las risas de la peluquera y la maquilladora.- ¿Qué necesitas, Vitto? - Preguntó la rubia, intentando que cambiara de tema.- Me gustaría llevarte al baile esta noche, como hacéis los americanos en el colegio. Viv se rió, moviendo la cabeza negativamente.- ¿También vas a comprarme un ramillete? - preguntó divertida.- En realidad estaba pensando en diamantes. - replicó él, burlándose de ella.- Voy con mis padres, Vittorio. Ya estoy en su casa, va toda la familia. - Cont
En cuanto vio a Vittorio, Viv no pudo evitar que su corazón se acelerara. Estaba absurdamente guapo con smoking negro y pajarita, el pelo peinado hacia atrás y la mano tatuada en el bolsillo. - Viv, ¡espera! - la llamó Matthew.Pero ella no esperó, sino que se dirigió en dirección a Vittorio, que miraba amenazador a Matthew, quien a su vez se rindió dándose la vuelta, sólo para ser interceptado por Emily, que le saltó al cuello y lo abrazó. Vivienne se encontró cara a cara con Vittorio, que le dedicó una media sonrisa mientras la miraba de arriba abajo.- Está usted preciosa, Principessa. - susurró, pasándole el brazo por la cintura y buscando su cuerpo en un abrazo-.- Gracias, señor Gotti. - Respondió ella, oliendo su perfume. - Usted también está preciosa.- ¿Qué quería ese imbécil? - preguntó Vittorio en un susurro junto a su oído, manteniendo la mirada fija en Matthew, que los observaba a los dos.- Decir que yo era su mundo. - Respondió ella con franqueza.- ¿Y qué has dicho
- ¡Esto es un ultraje! - dice enfadado el Sr. Allsburg, sacando un pañuelo para su mujer. - ¿Has perdido la cabeza, Evelyn?- Eres tú la que no tiene vergüenza de aparecer por aquí después de todo lo que ha hecho tu hijo. - Orfeo tomó la palabra, protegiendo a su mujer y a sus hijas.- ¿Qué ha hecho nuestro hijo? ¡Fue tu hija quien lo abandonó en el altar y expuso su imagen! - replicó Margareth, fuera de sí.- ¿Vosotras dos sabíais que estaba con otra en vuestra casa y queréis haceros las víctimas? - dijo Evelyn. - Hazme un favor, Margareth. ¡Sal de este baile antes de que te arrastre de los pelos! Viv, Sierra y Ofelia contemplaban estupefactas la escena mientras Vittorio y Marco se colocaban delante de ellas para protegerlas. Su madre nunca se quitaba los tacones. Era una mujer extremadamente educada y sólo levantaba la voz cuando era necesario. Pero Evelyn siempre fue una leona cuando se trataba de proteger a sus hijas, sobre todo de una lengua tan venenosa como la de Margareth von
Las amenazadoras palabras de Vittorio asustaron a Vivienne.Lo miró, notando todo el odio en estado puro en el cuerpo del italiano. Y realmente creyó que podría cumplir su amenaza a Matthew.- ¿Me estás amenazando? - preguntó Matthew, soltando por fin a Vivienne mientras se enfrentaba a Vittorio en el mismo tono. - Te lo advierto. - replicó Vittorio. - Si vuelves a acercarte a mi mujer, si te atreves a tocarla, será lo último que hagas. Había tanta tensión entre los dos que Viv temió que Vittorio fuera a estallar contra él.La abogada se puso delante de ellos y apoyó las manos en el pecho de Vittorio mientras lo apartaba un poco.- Vitto, mírame. - le pidió, con sus ojos azules reclamando su atención.Él accedió a su petición, mirándola fijamente.- No merece la pena. - Dijo ella, pegando su cuerpo al del italiano.Vittorio llevó la mano a la mejilla de Vivienne, acariciándola suavemente. Rozó sus labios con los de ella, mirando fijamente a Matthew mientras dejaba claro que era suya.
Al oír la petición de Vittorio, Vivienne le mira confundida e incrédula.- ¿Principessa? - le dice él, aún sujetándole la cara con ambas manos. - Te quiero y, desde el día en que te vi en aquella playa, supe que eras la persona que quería que fuera mía.Luego llevó las manos de ella a su pecho.- Vivienne, mi cuerpo es mío. Mi alma es mía. Mi corazón es mío. - Dijo rozando sus labios con los de ella. - Pero yo... soy tuya. Tuya mientras me quieras y para el resto de mi vida. Y quiero que seas mi esposa. La rubia simplemente no podía decirle que no. Ni en un millón de años diría que no.Casarse con Vittorio no sólo le traería toda la herencia de su abuelo, sino también la felicidad junto al hombre que amaba. Y también ayudaría a cuidar de Nicola, a quien quería como si fuera su hijo. Sonrió, sintiendo el latido acelerado de su corazón en su mano. Era como si lo tuviera en sus manos. Él le entregó su corazón tan fácilmente que ella no pudo negárselo.- Sí. - Respondió en voz baja. - Ac
En cuanto llegaron al Upper East Side, Vittorio abrió la puerta para que Vivienne entrara primero.La casa estaba en silencio y las luces apagadas, con sólo algunas lámparas de techo encendidas, lo que creaba un ambiente íntimo.- ¿Dónde está Nico? - preguntó ella, atravesando el salón y dejando el bolso sobre una mesita.- Está con Enzo. - respondió el italiano, acercándose a ella.- Enzo no sólo es guardia de seguridad, ¿también es niñero? - preguntó sorprendida, volviéndose hacia el hombre.Él sonrió y asintió. Antes de que pudiera decir nada más, Vittorio se agachó, la agarró por debajo del trasero y la subió a su regazo. - Vamos arriba. - Dijo, caminando con ella en brazos.Viv sonrió, apartando los mechones y besándolo en la boca.El hombre mantuvo el equilibrio mientras subía con ella, llegando al piso superior y luego al dormitorio.En cuanto abrió la puerta, vio por fin la habitación de Vittorio. Los colores oscuros, las enormes ventanas iluminadas por la ciudad que nunca do