Al oír estas palabras, muchos murmuraron entre sí. Hubo sorpresa, sospecha, pero sobre todo incredulidad.

—¡Tonterías! Mi padre ha sido un hombre íntegro toda su vida, ¿cómo podría hacer algo tan monstruoso? —exclamó Oso con furia.

—¡Pedro! Te advierto que no sigas diciendo disparates —dijo Eulogio con el rostro tenso—. Mataste a mi padre y ahora intentas difamar a mi hermano, ¡eso es maquinación pura!

—Que sea Erik quien les diga si es una difamación o no —Pedro le quitó el pañuelo de la boca a Erik de un tirón y le dio una patada—. Cuéntales lo que pasó anoche.

—¡Hermano! ¡Sálvame! ¡Por favor, sálvame! —Erik comenzó a gritar en cuanto pudo hablar—. Este hombre me secuestró, me torturó severamente y me amenazó para que me culpara de los crímenes, ¡diciendo que si no, mataría a toda mi familia! Hermano, ¡debes hacer justicia por mí!

—¡Desgraciado! ¡Cómo te atreves a jugar sucio!

Rodolfo se enfureció y levantó la mano para golpear, pero Pedro lo detuvo. En esta situación, em