—¿Sutra de Jade? —Pedro se quedó perplejo al principio, y luego soltó una carcajada. —Después de tanto hablar, resulta que es por esto.

Pensó que la otra persona tenía algo de conciencia, que consideraba su seguridad y por eso intentaba persuadirlo.

Resulta que después de tanto alboroto, todo era solo apariencias.

Su objetivo final aún era el Sutra de Jade.

—Pedro, el Sutra de Jade es muy importante para mí, espero que puedas devolvérmelo.

Julieta se veía algo avergonzada, pero su mirada era firme.

—Ya te di el Sutra de Jade, ¿ahora vienes a pedírmelo de vuelta? ¿Qué sentido tiene eso? —La expresión de Pedro se volvía fría.

—Deja de fingir, sé que el Sutra de Jade fue robado por ti. Si lo entregas ahora, todavía podemos ser amigos —dijo Julieta seriamente.

—Primero que nada, quiero aclarar que no he tomado ningún Sutra de Jade. Si ustedes lo perdieron, ese es su problema, no tiene nada que ver conmigo. En segundo lugar, no puedo permitirme el lujo de tener una amiga como tú —dijo Pedro