Capítulo 847
Las luces infrarrojas, densas como estrellas, cubrían todo el cuerpo.

—Tres...

Rolando, con la mano alzada, comenzó la cuenta regresiva.

Su voz era lenta pero cargada de una opresiva fuerza.

Especialmente bajo el refuerzo de numerosos soldados armados, su presencia era aún más intimidante.

—Muchacho, al final no tienes lo que se necesita para matarme. Aunque me hayas torturado hasta dejarme lleno de heridas, ¿qué importa? Mientras siga vivo, con los recursos de mi familia, pronto me recuperaré. ¿Y tú? Ahora eres como un pez en la tabla de cortar, a mi merced. ¿Sabes por qué? Porque no eres más que un plebeyo. No importa cuánto te resistas, no puedes cambiar esa realidad. Un plebeyo debe tener la conciencia de su lugar; ¿cómo puede una luz tan diminuta aspirar a competir con la luna brillante?

Valente se reía maliciosamente.

La llegada de Rolando le dio gran coraje, como si ya tuviera la victoria asegurada.

—Valente, tienes razón en algunas cosas, pero lamentablemente, te equivocas en u
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