Capítulo 767
La marca roja de cinco dedos en el rostro del otro nunca se desvaneció.

—No duele —Pedro sonrió levemente.

—Tal vez tu cara no duela, pero ¿tu corazón? Debe estar dolido, ¿no? —Estrella alzó sus hermosas cejas—. A estas alturas, deberías rendirte. ¿Para qué seguir torturándote a ti mismo? ¿No sería mejor seguirme a mí?

—Como un hombre de estatura y fuerza, no puedo depender siempre de una mujer —Pedro se rascó la cabeza.

—¿Qué tiene de malo depender de una mujer? ¡Eso también es un talento! —Estrella extendió su delicado dedo hacia la barbilla de Pedro, sonriendo maliciosamente—. Además, con ese rostro tuyo, sería un desperdicio no estar conmigo. Me gustas así, limpito y listo para calentar mi cama esta noche.

Pedro frunció los labios, sintiéndose como si un lobo lascivo lo hubiera acosado.

—¿Qué dices? ¿Lo has pensado bien? ¿Vamos a tu casa o a la mía?

Los ojos seductores de Estrella brillaban, y su sensual boca se curvaba.

Sus labios rojos y voluptuosos invitaban a ser sabore
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