Capítulo 594
—No importa, puedo vivir en una casa más pequeña. Ustedes, los jóvenes, tienen mucha presión. Nosotros, los mayores, debemos ayudarles a aliviar esa carga.

—Yo no tengo ninguna carga, la vida me trata muy bien.

Ambos seguían intercambiando palabras por teléfono, arrastrando la conversación sin decir la verdad.

Yolanda pensaba que Pedro era un tonto, y afortunadamente, él también se hacía el loco.

Pero Leticia, en el asiento del copiloto, ya no podía seguir escuchando.

Ella creía completamente en las palabras de Pedro; de lo contrario, su madre no habría sido tan entusiasta.

¿Redimirse? ¿Aliviar la presión? ¡Qué tonterías!

Cuando estafaban a otros, lo hacían con una sonrisa en el rostro.

Ahora que sabían que habían hecho un mal negocio, no solo no revelaban la verdad, sino que también actuaban con una falsa moralidad, planeando recomprar al precio original.

¡Qué codicia sin límites!

—¿Por qué no aceptas los consejos? Lo hago por tu bien, ¡vende ese edificio inacabado ya! —decía Yolanda,
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