Capítulo 485
—¿Qué?

Al ver a su compañero ser asesinado con un solo golpe, los demás guardias quedaron petrificados al instante.

Jamás habían imaginado que Pedro fuera tan despiadado.

Actuar con tanta violencia al menor desacuerdo, sin darle importancia a la familia Solís.

—¡Insolente!

—¡Audaz!

—¡Atreverse a matar a alguien de la familia Solís! Parece que te has cansado de vivir.

Tras un breve momento de shock, varios guardias desenfundaron sus espadas, rugiendo con furia.

Pedro permanecía inmóvil, su mirada aguda barría de un lado a otro:

—Ustedes, ¿han golpeado a Teodoro también?

—¿Qué?

Los ojos de los guardias se contrajeron, retrocediendo instintivamente como si un depredador los hubiera fijado con la mirada.

Sin embargo, pronto se dieron cuenta de su error.

Estaban en la casa de la familia Solís, y Pedro estaba solo. ¿Qué había que temer?

—¡Chico! Si no quieres morir a manos de un cuchillo, ¡ríndete ahora mismo! ¡Si no, no nos culpes por ser despiadados!

Un guardia a la izquierda dio dos pasos
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