Capítulo 463
Antes de que pudiera reaccionar, una daga afilada ya estaba apuntando a su cuello.

La daga emitía un oscuro brillo, claramente envenenada.

—Esposa, ¿qué estás haciendo?

Leocadio estaba totalmente aturdido, sin saber cómo reaccionar.

No esperaba que su amada, la mujer que dormía a su lado, intentara herirlo.

—¡No grites en vano! Tu esposa murió hace días.

La hermosa dama sonrió levemente.

—¿No eres mi esposa? ¿Quién eres entonces?

La expresión de Leocadio cambió.

—Zenón es mi maestro. ¿Qué crees, quién soy?

Ella continuó sonriendo.

—¿Eres discípula de Zenón?

Valentín frunció el ceño, su rostro se tornó serio.

Incluso con toda la precaución, la traición interna es la más difícil de prever.

No esperaba que alguien de Zenón estuviera infiltrado en la familia Flores.

—¡Fuiste tú quien nos envenenó! ¡Atrápenla! —Jovito ordenó.

—¡Todos quédense quietos! —La dama levantó ligeramente la daga amenazante—. Esta daga está envenenada. Si me hieren, aunque sea un poco, tu hermano mayor morirá si
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