Capítulo 426
—El oro ciertamente es tentador, pero no me gusta. Por lo tanto, no puedo aceptar las condiciones que acaba de ofrecer.

Pedro sacudió la cabeza.

—Si no te gusta el oro, entonces haz tu propia oferta.

Valentín levantó ligeramente la barbilla.

—Señor Valentín, permítame ser franco, el asunto del matrimonio debería ser decidido por Estrella misma. Ustedes, como mayores, no deberían interferir en eso. —Dijo Pedro.

—¿Hmm? —Valentín arqueó una ceja—. ¿Me estás diciendo cómo debo actuar?

—Solo estoy diciendo la verdad. —Respondió Pedro con dignidad—. Como padres, ¿no deberían desear que sus hijos sean felices en su matrimonio?

—¿Qué sabes tú? —Intervino Marta, que estaba al lado—. ¿Sabes quién es el prometido de Estrella? ¡Es Elvis, un líder nato, la futura estrella de País L! Casarse con él es lo mejor para Estrella.

—Lo que es bueno o malo lo decidirá Estrella. Si no quiere casarse, ustedes no podrán forzarla. —Pedro argumentó firmemente.

—Por lo que veo, ¿estás desafiando la autoridad de l
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