Capítulo 314
—¡Nunca vuelvas a mostrarte ante mí!

Adolfo derribó a Martín con una patada y se dio media vuelta para irse.

—Sí, sí, sí...

Martín se apresuró a responder con una risa apaciguadora.

Sin embargo, en el preciso instante en que Adolfo se dio la vuelta, su expresión cambió a una fría determinación. Recogió rápidamente la espada del suelo y la lanzó en un ataque fulminante.

—¡Cuidado! —Pedro gritó en advertencia.

En un acto reflejo, Adolfo se ladeó para evitar el golpe.

La espada no le alcanzó en un punto vital, pero sí le dejó un profundo corte en la cintura. La sangre empezó a manar profusamente.

Viendo que su ataque sorpresa había fracasado, Martín quedó atónito un momento. Acto seguido, tiró la espada y exclamó:

—¡Maestro, me equivoqué! ¡Realmente me equivoqué! Fue solo un momento de confusión. ¡Por favor, no me lo tengas en cuenta!

—¡Realmente eres incorregible!

Adolfo, cegado por la ira, desenvainó su espada y atacó con toda su fuerza. Ya no se contuvo.

—¡Detente!

De repente, un atron
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