Capítulo 1297
Bajo la mirada de todos, Evaristo arrancó violentamente las vendas. Al caer las vendas, se reveló una pomada negra y pegajosa, similar a estiércol de vaca. La pomada cubría completamente la herida, dando una impresión bastante repulsiva.

—¡Tráeme un balde de agua para limpiar la herida! —Evaristo señaló al azar a un médico, acertando justo en Ovidio, quien estaba acurrucado en la esquina.

—¿Yo? —Ovidio se señaló a sí mismo, algo atónito. Había estado observando fríamente, intentando evitar problemas, pero finalmente fue señalado.

—¡Claro! ¿O acaso quieres que lo haga yo mismo? —Evaristo frunció el ceño.

—Oh— Ovidio asintió rápidamente, aterrorizado, y sin decir más, trajo un balde de agua y también una toalla.

—¿Qué esperas? Límpiame la herida. Hazlo con cuidado, si me haces daño, te romperé la pierna— dijo Evaristo amenazadoramente. Después de tantos años en el mundo del hampa, podía ver de un vistazo que Ovidio era alguien a quien podía manipular a su antojo.

Ovidio tragó saliv
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