—¡Carajo! ¿Este tipo está loco? ¿Cómo se atreve a hablar así con Aníbal?

—Este chico es demasiado arrogante, no se da cuenta de la gravedad del problema.

—Un guerrero de una secta menor se atreve a desafiar al discípulo principal de la Facción Espiritista. ¡Es buscar la muerte!

Las palabras de Pedro provocaron un alboroto en los alrededores.

Los guerreros señalaban y murmuraban, todos con una mirada que veía a un idiota.

Frente a un experto como Aníbal, ¿no sería mejor ser humilde y sumiso?

Arrodillarse y decir unas palabras amables, aunque es un poco vergonzoso, al menos salvaría su vida.

Pero ahora, sabiendo que no puede ganar, aún así desafía directamente, ¿no es eso estupidez?

—¿Qué está pensando este tipo?

Hilda frunció el ceño ligeramente.

Ella realmente no quería que las cosas se salieran de control, pero las palabras recientes de Pedro sin duda escalaron el conflicto.

Ahora ya no era solo su asunto, sino una cuestión de la reputación y dignidad de la Facción Espiritista.

—Sr. G