Han pasado dos semanas desde que tomé la decisión de viajar a Nueva York. Los días han sido una mezcla de nerviosismo y expectativas, una cuenta regresiva para el momento que puede definir no solo el próximo paso en mi carrera, sino también en mi vida. Y finalmente, llegó el día.

Al observar mi reflejo en el espejo, opto por cambiar el color de mi lápiz labial por tercera vez. Los nervios me dominan. Después de todo, aunque estoy familiarizada con el trabajo administrativo, es la primera vez que haré una entrevista sin la influencia de alguien más.

Respiro profundamente y tomo mis cosas, lista para enfrentar este desafío. El taxi ya está esperando y el trayecto hasta el lugar de la entrevista parece pasar en un abrir y cerrar de ojos.

Después de unos breves minutos, finalmente llego al piso donde se llevará a cabo la entrevista. La asistente me guía a la sala de reuniones. Su cálido sonrisa parece contrastar con la tensión que siento. Ella señala una silla frente a la imponente mesa d