Parrow la tiene sometida

Dulce María está en su habitación, arreglándose más hermosa de lo normal para su amado Miguel. Solo desea que la verdad no haga que pierdan ese amor tan bonito que ambos tienen.

—¿Puedo pasar?— le pregunta Charles, su padre, quien sostiene una rosa roja en sus manos.

—Sí, padre— ella continúa maquillándose mientras se mira en el tocador.

—Hija... Para mí no es fácil, ya has crecido y ahora me vas a hacer abuelo— Charles se coloca detrás de ella, donde puede ver su reflejo. Dulce, al verle el rostro que ha llorado y la rosa, solloza echando a perder el maquillaje.

—Te amo, papá— se gira y lo abraza.

—Perdón por ser tan duro contigo.

—Descuida, gracias por ayudarme a encontrar a Miguel, papá. Ese es el hombre que yo amo, es el indicado.

Charles le entrega la rosa. —Recibe esta rosa, perdóname, hija.

—Dejemos todo eso atrás— le sonríe ampliamente —siempre seré tu niña, siempre seré tu Dulce María, nada va a cambiar.

—Trataré de ser un poco amable con ese Parrow... Lo siento, hija, pero n
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