50

(2006)

            Las enfermeras estaban terminando de vestirse cuando llegó la visita. Esperé a que terminaran antes de entrar a la habitación. No le gustaban mucho los hospitales, pero cuando se enteró del accidente, tuvo un impulso, casi un instinto, de acudir a su esposa. No solo por piedad o simpatía. Sobre todo por desconfianza.

            No sabía si Leona dormía o solo fingido. Prefería la primera opción para poder escapar de allí sin ser atrapada. La conocí hace mucho tiempo y, sin guardar ningún secreto al respecto, no me gustó en absoluto el estilo de la mujer. La encontraba vulgar, inútil. En las pocas veces que se había encontrado con ella cara a cara, ante la belleza había visto un destello de codicia en ese rostr

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