—¡ERES UN DESCARO! —Cada una de sus acciones ese día le dio a Camila la impresión de que apenas lo conocía—. Tú fuiste quien dijo que olvidaríamos ese incidente si te seguía para cerrar ese trato comercial y conseguir las plantas.
—Así es, pero ese trato comercial aún no está cerrado —Jeremy aprovechó y colocó suavemente su brazo junto a su cabeza—. Además, después de eso, te ayudé de nuevo, ¿lo olvidaste? Camila estaba ahogada por la furia. ¿Se volvió loco o algo así? ¿Por qué se volvió tan coqueto de repente? Jeremy la agarró por la barbilla y la miró fijamente. —Camila, el accidente de coche fue culpa mía; te utilicé y lo admito —dijo en tono arrepentido—. Pero te juro que nunca te consideré un peón. Siempre te vi como digna de mi confianza. Jeremy había estado en el mundo de los negocios durante mucho tiempo, rodeado de mujeres empresarias, celebridad---Jeremy no podía creerlo. A lo largo de su vida, ella fue la única persona que lo despreció tantas veces. De hecho, no era la primera vez que lo hacía. Ella era la única mujer que tenía tanto valor para enfrentarse a él, despreciarlo, ignorarlo, regañarlo sin parar y obligarlo a comer la comida que más odiaba en el mundo. Se sintió muy molesto, pero, para su desgracia, esta era la mujer que lo volvía loco. Cada día, su corazón le reclamaba más que la necesitaba a su lado. —Lavaré las verduras, entonces. —Jeremy se arremangó obedientemente la camisa, dejando al descubierto los músculos firmes de sus brazos, antes de acercarse a Camila. Su alta figura se alzaba sobre ella mientras preguntaba—: ¿Cuáles de estas verduras necesitan lavarse? Al ver que estaba decidido a ayudar, Camila frunció los labios. Como si quisiera complicarle las cosas a propósito, señaló la encimera y dijo:
—La señora Camila quiere criar al cachorro, pero no tiene patio, y el condominio en el que se está quedando no permite perros. ¿No cree que es de buena suerte tener un gato llamado Happy y un perro llamado Lucky?Jeremy retrocedió un poco cuando el cachorro estaba a punto de abalanzarse sobre él, manteniendo el rostro carente de expresión todo el tiempo.—No me lo voy a llevar.No estaba interesado en criar una mascota.—Por favor, reconsidérelo, señor Langley —le dijo Liam, suplicante—. A la señora Camila le gusta mucho Lucky. Estará encantada de invitarlo a tomar un café si lleva a Lucky a visitarla.Ante eso, Jeremy soltó una carcajada.—No necesito la ayuda de un perro para eso.Liam se acarició la barbilla, negándose a aceptar la afirmación de su jefe.—Noté que la señorita no parecía muy interesada en verlo. ¿No le parece, señor Langley? Le puedo asegurar que sin la ayuda de Lucky la señorita Camila no le
---A Camila no le gustó para nada la actitud condescendiente de Lidia, ni tampoco le agradó su tono de voz. Que claramente dejaba ver que tenía segundas intenciones.—Si es un cumplido sincero, lo aceptaré, señora Cole. mientras crusaba las piernas.Pero si hay algo que quieras decir, por favor, ve directo al grano.Sin inmutarse, Lidia tomó un sorbo de café y dijo:—He visto el contrato que tienes con Sebastián. El estatus de tu familia es deficiente, pero eres muy trabajadora y supongo que puedes ser considerada digna de mi hijo.—¿Lo has visto? —Al pensar que Sebastián tuvo la osadía de mostrar el contrato, que se suponía era un secreto entre ellos dos, a su madre, Camila sintió una intensa oleada de ira ardiendo en su pecho, pero se obligó a calmarse—. El señor Cole solo estaba bromeando conmigo —dijo Camila a Lidia con una sonrisa fingida.—Puedo juzgar por mí misma si es una broma o no —los ojos de Lidia se entrecerraron y su voz se tiñó de desagrado cuando recalcó—. Mi hijo es
—¡Ha ocurrido algo terrible, señorita Camila! —exclamó Samy con una expresión ansiosa en el rostro, aunque Camila no podía verla—. ¡Mi mamá se va a casar con otro que no es mi papá! Y yo no quiero que eso suceda. Camila, sintiendo la agitación en la voz del niño, le respondió con calma: —¿Hablaste con tu mamá sobre eso? El niño apretó los puños con fuerza. —Lo hice, pero mamá dijo que no tenía otra opción que casarse y me aconsejó que no me preocupara por eso. ¿Cómo podría no preocuparme, señorita Camila? —resopló Samy—. ¡Incluso si no tenía otra opción, se casará con otro que no es mi papá! Mamá me dijo que esperaríamos a que papá volviera para Navidad y que iríamos a esquiar juntos. Nos mintió a papá y a mí. Camila lo miró, tratando de comprender la situación. —¿Dijo que tu papá regresará para Navidad? ¿Dónde está tu papá? —Bueno... en realidad no lo conozco —dijo Samy con un tono bajo—. Pero mi mamá dijo que era soldado y por eso siempre estaba ocupado. Que en Navidad
--- La noticia del encuentro entre Camila y Lidia en el café llegó a oídos de Jeremy apenas una hora después. Su rostro se volvió tan sombrío como la muerte durante una reunión de negocios. Todos los ejecutivos en la sala de conferencias se encogieron en sus asientos, temerosos de molestar aún más al hombre. —¡La reunión terminó! —dijo Jeremy, impaciente. Se apartó de su silla y salió de la habitación, marcando apresuradamente el número de Sebastián. Después de varios intentos, no pudo comunicarse con él. Además, Liam le informó que su presencia era requerida en una videoconferencia internacional, por lo que no tuvo otra opción que reprimir su ira hasta que se resolviera el asunto. Pasadas las seis de la tarde, cuando se desocupó, Jeremy llamó: —¡Edwin! ¿Sebastián está contigo? Edwin respondió: —Te estamos esperando en el lugar de siempre. ¿Viste las noticias de esta mañana? Increíble, ¿no? —Cállate —ordenó Jeremy con severidad antes de colgar. Jeremy se dirigió al
Edwin logró agarrar el bolso de Hada y lo arrojó hacia un lado mientras la consolaba. —Hada, nunca rompería con... Antes de que Edwin pudiera terminar la frase, Hada le dio una fuerte bofetada en el rostro, dejándolo aturdido. El hombre quedó atónito por un instante, ya que nunca antes había sido golpeado de esa manera por nadie. —¡Si tienes alguna pregunta para él, solo pregúntale! —dijo Sebastián con la mirada sombría después de levantarse de su asiento y agarrar a Hada por la muñeca. Consideraban a Edwin como un hermano; siempre lo reprendían por sus payasadas, pero aparte de ellos tres, nadie más tenía derecho a intimidar a su amigo. —¿Por qué diablos hiciste eso, Hada? —Edwin se lamió la comisura de los labios entumecidos, molesto por haber recibido una bofetada—. Nadie me había pegado así jamás. —¿Crees que eso fue malo? ¡Te mataría si pudiera, maldito pervertido! —maldijo Hada. —¿Qué hice? —preguntó Edwin, confundido. —¿En serio me estás preguntando eso? —Después de lib
--- Mientras tanto, a las siete de la noche, Camila regresó a su condominio. Notó que había una figura familiar frente al edificio. En cuanto Elías escuchó el sonido de los tacones en el suelo, se dio la vuelta y corrió hacia ella. —¡Isabel, al fin llegaste! —¿No tienes vergüenza, Elías? —Camila lo miró con enojo al darse cuenta de quién era—. ¿Buscaste mi dirección porque no pudiste encontrarme en casa de mi madre? —No tuve elección. Tu hermano... —¡Es tu hijo, no mi hermano! —interrumpió Camila con gravedad. Elías, aunque estaba disgustado, sabía que tenía que reprimir sus emociones para tratar de convencerla. —Henry se ha sometido a quimioterapia muchas veces en los últimos dos meses. Es tu hermano, Camila. Por favor, ayúdalo. Todo lo que tienes que hacer es donarle un poco de tu médula ósea y te daré lo que quieras. Camila lo miró con desdén. —¿Sabes lo que dice el dicho, Elías Griffin? "Lo que se siembra, se cosecha". —Camila se burló—. Tu falta de corazón es la razón
----- Camila no respondió y se giró hacia la puerta del ascensor, negándose a mirarlo. Pero Jeremy la tomó por la cintura y la atrajo hacia sí. —¿Qué haces? ¡Suéltame! —No hasta que me expliques de qué hablaste con Sebastián —dijo Jeremy, como todo un seductor, acercando su frente junto a la de ella. Sus respiraciones se mezclaron, y cuando sus miradas se encontraron, Camila, nerviosa, intentó huir, pero Jeremy no se lo permitió. —Podrías, por favor, soltarme. Entre usted y yo no existe nada, señor Langley. Como dije antes, no necesito darle explicaciones sobre mi vida privada. Jeremy puso su gran mano detrás de la nuca de Camila y acarició un poco su cuello, haciendo que se le erizara la piel. Su cara tomó un leve rubor, lo que la inquietó mucho más. —¿Qué diablos haces, Jeremy? Déjame en paz —dijo ella con la voz un poco tímida. Camila continuó luchando por alejarse de él, pero Jeremy, con una sonrisa coqueta, contempló su reacción y. Sin más tiempo que perder, l