CAPITULO 182

A la mañana siguiente, Jeremy abrió los ojos, ya sobrio. Al intentar levantarse, se dio cuenta de que, por fin, podía mover las piernas. Aunque todavía las sentía un poco entumecidas, al menos pudo caminar hacia el baño sobre sus pies.

Quince minutos más tarde, bajó en su silla de ruedas.

—Señor Langley, ya despertó —dijo Camila mientras servía el desayuno.

—Señor Langley, coma más tarde. Tengo que ir a la oficina a resolver algunas cosas. ¿Quiere que llame al señor González para que lo acompañe?

—Eso no será necesario —respondió Jeremy—. Estaré bien.

—Ok.

Jeremy volvió su mirada hacia el anillo de Camila y, por curiosidad, preguntó:

—¿Ese anillo te lo dio...?

Camila miró el anillo en su dedo y respondió:

—Este anillo, señor Langley, lo hizo mi hermano y me lo dio por seguridad.

—¿Seguridad?

—Sí. Mi hermano me dijo que tiene un sistema de rastreo —Camila se inclinó más cerca de Jeremy y le mostró la piedra del anillo—. Solo tengo que tocar aquí y enviará un mensa
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