Narrador.

Deus vio en lo que se había convertido Adrián y esa bestia lo hizo temblar más. Decidió que mejor se marcharía, pues sabía que si enfrentaba a ese monstruo no viviría otro día más, pero no pudo correr porque Adrián reconoció sus intenciones y en menos de dos segundos se encontraba a su lado arrancándole las tripas con sus grandes garras.

—sobrino por favor perdóname — pidió antes de que Adrián empezara a reír con malicia.

—claro que te perdono tío querido— le respondió con un tono burlón pasándole una de sus garras por la cara antes de que Deus sonriera con tranquilidad pensando que Adrián lo dejaría vivir, pero cuando Adrián empezó a clavar las garras en su cuello, abrió grandemente los ojos, asombrado. Pues llegó a pensar que el