Capítulo968
Justo en el momento en que la chaqueta fue puesta sobre ella, Ximena abrió los ojos de repente.

Como un reflejo nervioso, se enderezó rápidamente en la silla y miró a Samuel con cautela.

Al ver esta reacción de Ximena, Samuel frunció levemente el ceño.

Miró la chaqueta caída en el suelo y dijo con voz suave:

—Parece que me tienes miedo.

Ximena rápidamente se puso las pantuflas y metió la mano en el bolsillo de su ropa para buscar algo.

Cuando sintió el dispositivo de inyección, finalmente se relajó.

—Nadie deja de temer a un verdugo—dijo Ximena con un tono áspero y frío, mostrando su desconfianza.

Samuel se inclinó para recoger la chaqueta del suelo y le dijo a Ximena mientras se dirigía hacia la mansión:

—Algunas cosas, una vez perdidas, nunca regresan. Un exceso de tristeza no es bueno ni para ti ni para los niños, debes entenderlo.

Ximena detuvo sus pasos y lentamente se volvió para mirar a Samuel, preguntando con sarcasmo:

—¿Entenderlo?

Ximena se rio fríamente varias veces, —Siem
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