Capítulo483
Eduardo terminó de hablar y encendió el coche.

La mirada de Alejandro se posó en la oscura carretera, sintiendo cómo la impotencia y el vacío lo envolvían. Había acumulado una fortuna, pero al final, ese dinero no podía salvar a su hijo.

En la Residencia Bosca.

Felipe regresó a la mansión, y un sirviente se acercó de inmediato para llevarle las pantuflas.

Felipe preguntó en voz baja,

—¿Se despertó?

—No, señor, la cantidad de medicamento esta vez es bastante fuerte, no despertará en un corto período de tiempo— respondió el sirviente.

Felipe se quitó el abrigo,

—Tráiganme a alguien.

—Claro, señor— dijo el sirviente.

Arriba, en la habitación.

Manuela yacía en la cama aturdida, tratando de abrir los ojos sin éxito.

Se sentía como si la estuvieran absorbiendo en un torbellino, sin poder moverse.

De repente, la puerta se abrió con un sonido “clac”.

Los pasos se acercaron gradualmente, y pronto, la voz borrosa de Felipe resonó.

—¿Manu?— Felipe la llamó con voz suave.

Manuela movió los dedos
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