Capítulo29 ¡Alejandro que malvado eres!
Manuela quedó perpleja por un momento, pero finalmente lo comprendió. Solo Ximena tenía el poder de perturbar a Alejandro de esa manera y hacer que se marchara apresuradamente. Pero ¿qué le daba a Ximena el derecho de tener un lugar tan importante en el corazón de Alejandro? Después de todo, ella era solo una amante que no tenía un lugar legítimo en su vida. El rostro de Manuela se oscureció y decidió que no se contendría más. Si esta era la situación, entonces no se le podía culpar por ser cruel.

Después de enviar su ubicación, Ximena guardó su teléfono en su bolsillo con aparente despreocupación. Saltar del coche era peligroso; no podía actuar precipitadamente. Decidió mantener los ojos cerrados y se recostó contra la puerta del automóvil, reflexionando sobre cómo enfrentar la situación que se avecinaba.

Diez minutos después, el coche se detuvo. Ximena miró hacia afuera y se encontró frente a un almacén en ruinas.

—Baja—ordenó alguien.

De repente, la puerta del coche se abrió y
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