Las pinturas en los murales del oeste, que habían sido retiradas, fueron llevadas a la Zona Uno de la residencia del Río. Yaritza estableció allí un laboratorio especial del departamento de restauración, equipado con dispositivos de alta gama.

Encendió la lámpara sin sombra y examinó cuidadosamente las líneas de caracteres en la esquina. Luego, siguiendo los mismos patrones, copió todas las inscripciones de sogdiano en papel.

Esperaba tener la oportunidad de encontrar a un experto en este campo que pudiera ayudar a descifrar el significado. Luego, Yaritza guardó el papel y examinó las pinturas con un microscopio.

—Jefa, estas pinturas son imposibles de restaurar —varios empleados lo revisaron y negaron con la cabeza, indicando que no se podía hacer.

Yaritza frunció el ceño. Las partes que se habían quemado eran irreparables, pero tal vez podía salvar otras áreas. Aunque no podría restaurarlas por completo, al menos no quedarían en tan mal estado como en el que actualmente se encontraba