Maximiliano se iba a volver loco.El día anterior su esposa se la pasó esquivándolo y cuándo le preguntaba qué le ocurría le decía que nada con una sonrisa hipócrita.Era tan falsa esa sonrisa que casi parecía un depredador con los colmillos fuera.En esos momentos que tanto la necesitaba ella estaba enfadada con él y solo se le ocurría que sus primas le hubieran dicho algo.Tenía que solucionar lo de Valeria sin que Delilah se enterara, si de verdad resultaba ser su hija le tocaría afrontarlo de frente, pero mientras no fuera así no iba a arriesgar su matrimonio contándole.Acorraló a sus primas para preguntarles si habían hablado con su esposa, pero ambas dijeron que no, que ellas serían incapaces de hacer algo en su contra.Lo dudaba, no veía la hora de que sus tíos se marcharan por más que ellos sí le cayeran bien, pero no soportaba a esos dos buitres que tenían por hijas.Esa noche sería la cena de Navidad y quería a su amigo con él para sobrevivir a esa cena. Por más que Marco s
—Sabía que mi hijo no podía ser tan tonto, ahora sé que no me lo cambiaron en el hospital cuando nació y que tiene mi inteligencia —dijo suegra cuando vieron a Maximiliano marcharse y sin demasiado disimulo las tres salieron del local para continuar persiguiéndolo—. Ves, se dirige de nuevo a la casa.Debía reconocer que el alma se le había regresado al cuerpo cuando vio que a la persona que fue a visitar su marido no era otro que su mejor amigo, pero eso no significaba nada porque ella lo había escuchado hablar por teléfono.Tarde o temprano se encontraría con esa mujer.A su hermana encontrar a Marco no le había gustado tanto porque todo el camino de regreso se comportó muy huraña. Pobre Aurora, se había enamorado de ese hombre y todo el tiempo fingía aborrecerlo.Cuando ellas llegaron, Maximiliano ya estaba en la casa. Se habían cambiado de ropa antes de entrar, pero aún no se le había bajado los nervios por haber perseguido a su esposo cuando él salió a su encuentro con la felicida
¡Qué celebración de nochebuena tan…Espectacular!Pensó Delilah cuando vio aparecer a aquella mujer en su casa, vestida como si fuera a la gala de los Óscar, con su hija al lado pareciendo una mini copia de ella y con una sonrisa de suficiencia en el rostro.Las primas de Maximiliano aplaudían como dos primates a los que se les mostraba un plátano, los padres de esas dos cucarachas miraban a sus hijas con gesto de sorpresa y a su esposo con una disculpa escrita en sus facciones.Su marido abría y cerraba la mano como si no se decidiera a golpear a todo lo que tenía alrededor o controlarse.Para colmo, como la puerta continuaba abierta a la espera de que alguien decidiera echar a Valeria a patadas, no hizo falta que nadie abriera cuando se presentó Marco con esa expresión de que el rey de la fiesta había llegado.Traía dos botellas de vino y cuando vio a Valeria y se fijó en el silencio generalizado, se acercó a Maximiliano y se las colocó en los brazos.—Tú las vas a necesitas más que
Maximiliano comenzó a reírse llamando la atención de todo el mundo. Valeria entrecerró los ojos y las primas de su esposo perdieron la sonrisa cuando su marido la alzó en sus brazos y dio una vuelta sobre sí mismo a la vez que decía a viva voz.—¡Te amo, arpía! —Delilah comenzó a reírse y ocultó el rostro en su cuello al sentirse observada.—No es una arpía, es una víbora y mi nuera preferida, la única que tolero, no como otras que se me quedaban atascadas en la garganta —su suegra se entrometió y en esa ocasión fue su hermana la que se carcajeó.—¡Qué pena que nos robaran el vibrador! —soltó Aurora y Marco la miró, espantado—. Si lo tuviéramos se lo podríamos dar para que se lo metiera por el cul… ¡Qué, no me miren así! Si les molestas mi presencia y mi poca educación de gente de barrio pobre pueden marcharse por donde vinieron porque mi cuñado me adora, ¿verdad? —Terminó su discurso acariciando un cuchillo que había sobre la mesa y mirando a su esposo por debajo de la cintura.—¡Qué
—Mamá, ¡¿por qué esa señora te está arrancando los pelos?! —la voz de la hija de Valeria interrumpió a su hermana que se había sentado a horcajadas sobre la ex de Max y parecía querer sacarle la cabeza a tirones.Las primas de Maximiliano se habían echado a correr a la habitación para recoger sus cosas y mientras sus padres las perseguían dándoles gritos.Aurora y Valeria dirigieron la atención a la niña que las miraba con preocupación y la cara de Marco había pasado de incredulidad a frotarse los ojos para saber si lo que estaba viendo era cierto.—Se le metió una araña en el cabello, se la estaba sacando —dijo su hermana y se fue levantando con lentitud.La falda se le había subido por las caderas y dejaba a la vista la mitad del trasero que el amigo de su esposo no dudó en visualizar con lujo de detalles.—Nos vamos, hija, ya… Ya se hizo tarde —balbuceó Valeria y se frotó el cuello con dolor.—¿Me vas a llevar con papi? —dijo la niña con inocencia.—Y ¿dónde está tu papi, bonita? —
—No creo que sea lo más conveniente —le dijo Aurora, de golpe había perdido todo el buen humor y se mostraba muy seria.—Conveniente o no, creo que nos debemos una conversación —insistió Marco.—Está bien, ¿de qué quieres hablar? —dijo a la vez que se levantaba y se dirigía hacia donde él se encontraba y se sentaba a su lado.Marco no contaba con esto, había esperado poder hablar desde la seguridad que le daba la distancia.Esa mujer lo volvía loco y no podía dejarse llevar y menos en la casa de su amigo.—No hace falta que te acerques, yo puedo levantar la voz —masculló poniéndose nervioso como un niño y no como el hombre que estaba más que acostumbrado a tener mujeres cerca.Aurora puso los ojos en blanco, se burló de su nerviosismo con una risita y se sentó a su lado.—Si te desagrada mi cercanía mejor me hubieras dejado ir a dormir, ahora dime. O no, mejor te digo yo, me quieres decir que me comporté como una niña por lanzarme sobre Valeria. Desde ya te digo que me importa poco lo
Marco se escabulló de la habitación de Aurora muy temprano.No quería que Maximiliano lo viera y tuviera que darle explicaciones porque en ese momento él no sabía qué decir.Estaba muy confundido, una parte de él deseaba arriesgarse, quedarse y averiguar qué significó para Aurora lo ocurrido la noche anterior.Pero no era tonto, lo sabía, lo había visto, lo había sentido. Ella lo amaba y ya debía comenzar a reconocer que él también sentía lo mismo.Debía marcharse cuanto antes, ella entendería que aquello no iba a ningún lugar y continuaría con su vida. Porque él no era el hombre que Aurora necesitaba.Le llevaba dieciséis años, se sentía un pervertido que se aprovechaba de su experiencia para seducirla.Aunque si era sincero había sido Aurora quien lo llevó a su terreno y cayó. No pudo resistirse.Era lo mejor, aunque muy dentro de él deseaba pedirle que se quedara, que cambiara de universidad, que escogiera una más cercana y comenzaran algo serio, sería egoísta por su parte.Él ya v
Marco estaba cada vez más frustrado.Se había estado escondiendo de su amigo y de sus intensas llamadas.Se la pasaba metido en el club, porque desde que se había arreglado con Delilah Maximiliano no se aparecía por allí para evitar problemas con su esposa.Pero sabía que no podía ocultarse eternamente, su amigo quería mantener una charla donde le diría todas las cosas que deseaba escuchar, pero que se negaba a aceptarlas.Porque sí, lo conocía, intentaría hacerle creer que no debía dejar pasar el amor, que Aurora, aunque era joven, podían tener mucho en común… Sí había leído sus eternos mensajes de hombre enamorado que ahora creía que todo se solucionaba solo con amor.¡Por amor lo estaba haciendo!Se hacía a un lado para que ella pudiera hacer su vida.Además, él no iba abandonar el club como había hecho Maximiliano.Había luchado mucho y no estaba él para escenas de celos cuando casi parecía un monje.—Señor, disculpa que lo interrumpa —escuchó que le decía una de las empleadas—. P